El caos se ha apoderado del mundo a causa de la proliferación de los llamados «terroristas de la información», que amenazan con acabar con el orden de la sociedad. Un policía, mitad hombre mitad robot, es el sujeto adecuado para poner remedio a esta situación.
De un director del que nunca salió nada bueno, estamos ante la que quizás sea su mejor película, un film de acción de serie B que, aunque cutre y casposo, se hace entretenido y termina resultando entrañable.
El argumento, no se si por estar mal construido de por sí, o por el hecho de que la vi en versión original sin subtítulos ni leches, sumándole el hecho de que estaba demasiado ocupado despollándome ante las alucinógenas escenas de acción que se suceden sin descanso, no tiene mucho sentido ni importancia. En efecto, las escenas de acción, son lo mejor de la película a pesar de ser exageradas, bizarras y mal planificadas en muchas ocasiones. La mejor escena, donde el protagonista se escabulle de los enemigos abriendo un boquete en el suelo con la metralleta, copiada vilmente en “Underworld”, solo que aquí baja por lo menos 7 u 8 pisos a tiro limpio. Y es que suele pasar en este tipo de películas de serie B, buenas ideas pero mal efectuadas y en general muy desconocidas para el gran público, las convierte en carne de plagio con nocturnidad y alevosía. Tampoco hay que excusar a “Némesis”, porque es una mezcla entre “Terminator” en stop motion y “Blade Runner” anfetamínico. Otra gran escena es la del tobogán, donde el fulano del ojo-pistola se deja los cuernos mientras el resbaladizo protagonista lo va friendo mientras baja como si estuviera en el Aquapark.
El kickboxer Olivier Gruner encabeza un flojo reparto, en una carrera cinematográfica bastante discreta, aunque no desentona y es una elección acertada como protagonista. También destaca la maciza Deborah Shelton y un novato Thomas Jane.
Recomendable para amantes de la serie B y las películas de acción casposas de los 80 y 90.