CARATULA-VHS-CINEMATTE-FLIX-11-GUERREROS-DEL-SOL

El Mundo, por 187.ª vez consecutiva, ha sido destruido a causa de una terrible guerra atómica, y los restos de la civilización supervivientes, en lugar de intentar reconstruirla en paz y armonía, pues se matan a sangre fría por diversos recursos…

Pero aquí ni la gasolina, ni la comida ni el agua tienen cabida, porque eso son necesidades secundarias, sin importancia; ahora es la pólvora el bien más codiciado de la Humanidad, o al menos de lo poco que queda de ella. Pues eso, un regreso, un retorno, el de Cirio Santiago a su querido universo post-apocalíptico después de tener al pobre David Carradine trabajando con él en «Campo de Fuego»; pero para aquellos que ya hayan tenido coraje de pasarse a ver sus películas situadas en este escenario, la pregunta es: ¿qué más puede rascar de aquí este hombre?
Y no crean que por haber acabado los ’80 él había tirado la toalla (de hecho empezaría la siguiente década con la vil «Guerreros del Desierto»). En «Raiders of the Sun» (que horrenda traducción le dieron, ¿no?) hasta cuenta con la ayuda del mítico Roger Corman en calidad de productor para facturar otra autocomplaciente y nada original aventura tras la destrucción de La Tierra y la bestialización de sus pocos habitantes; no obstante yo me pregunto qué gastos cubrió Santiago teniendo al productor que tenía…

Pues la espectacular (por llamarlo así) secuencia de batalla con la cual abre el film está compuesta de pedazos de las mismas escenas que ya aparecían en «Ruedas de Fuego» y «Equalizer 2.000», por lo tanto mi veredicto es que el filipino cogió el dinero de Corman y en lugar de usarlo se decantó por su habitual «corta y pega» y se lo quedó; es decir, que le hizo lo que lleva haciendo a sus fans (los que habrá por ahí) toda la vida: estafarle y reirse en su cara. No sólo eso, sino que Richard Norton y Will Steis reciclan en Brodie y Clay a sus personajes de «Equalizer 2.000» (el bueno y el malo) así como sus mismas vestimentas.
Qué complicado resulta puntuar la película a sabiendas de que casi nada está rodado en y para ella. Ahora la historia que se sacan de la manga presenta a dos facciones enfrentadas en el páramo (los de Brodie y los de Clay, dan igual sus nombres) en batalla constante por la pólvora, sustituyendo al agua como otras veces había presentado ya Santiago; así, una guerra por los recursos y una aventura en el desierto para hacerse con ellos. Esto hace que «Raiders of the Sun» resulte un poco más divertida y potable que por ejemplo «Guerreros del Desierto» o la indigesta «The Sisterhood».

También ayuda a que en esta ocasión no haya extraños poderes, ni elementos de espada y brujería, ni un sobreexceso de protagonismo femenino como en la anterior; esto es una vulgar copia de «Mad Max II» con toda su parafernalia y no lo esconde, con sus desagradables tiparracos, sus guapas mujeres maltratadas y sus coches con metralletas encima. Los conflictos narrativos empiezan cuando los dos protagonistas y compañeros de armas, Brodie y Talbot, se separan y el guión decide tratar sus peripecias hasta volver a juntarse en la obligatoria pelea final (que es la de «Equalizer 2.000″…).
Brodie encuentra a Sierra, una nativa de las montañas, y va con ella hasta su pueblo, donde poseen una cantidad enorme de pólvora, perfecto objetivo para Clay (no crean que por tener estos elementos vayamos a ver una película de aventuras a lo John Ford o Raoul Walsh). Por otro lado Talbot va a parar a las filas de Hoghead, el subnormal hermano de Clay que se cree muy gracioso, y yo creo que jamás se ha tratado peor a un personaje protagonista, porque el que «interpreta» Blake Boyd está marcado por una indiferencia y frialdad hasta límites inimaginables (no le importa lo más mínimo que sus nuevos compañeros sean unos repelentes asesinos, él simplemente está ahí).

El film también sigue punto por punto los argumentos de otros de Santiago: hay dos o tres bandos que buscan algo, se produce un asesinato o un secuestro, preferentemente tras una excitante persecución (en este caso le toca el turno a Vera, esposa de Talbot) y una venganza que cumplir, además de la acostumbrada guerra final en unos edificios abandonados. Todo como ya habíamos visto, y por alguna razón, sin perder su condición de bazofia absoluta (los errores de montaje y sonido son abrumadoramente vergonzosos) se me ha hecho muy entretenida, porque no intenta nada ni posee segundas lecturas como para pretender otra cosa.
Sí que destaco la impresionante figura y belleza de la angelina Brigitta Stenberg, que es de lo poco que se puede destacar. Con «Raiders of the Sun» el director finiquita su serie de obras de acción post-apocalíptica (al menos en su etapa «clásica»), y lo hizo con su epítome, uniendo tres títulos suyos en uno. Más le valió detenerse ahí porque lo que era este tipo de cine ya no podía ofrecer nada más en los ’90, aunque aún había quien hizo malabares para evitar su extinción…hasta su resurreción a mitad del 2.000.