Estoy casi seguro de que si Brad Pitt pudiese eliminar alguna película de su filmografía ésta sería la elegida. Y es que nadie hubiese adivinado jamás (y menos por su interpretación) que uno de los protagonistas de semejante subproducto acabaría convirtiéndose en uno de los actores más famosos de su generación.
Clase sangrienta es un flojo slasher que nos narra cómo el regreso de Brian (Donovan Leitch), quien acaba de salir del psiquiátrico, coincide con toda una serie de crueles asesinatos, por lo que pronto se convierte en el principal sospechoso. El arrogante Dwight (Brad Pitt), antiguo amigo de Brian, será el primero en acusarle, a pesar de que su novia, Paula (Jill Schoelen), no lo tenga tan claro.
No hay mucho que decir sobre este trabajo, el guión es inexistente (y por momentos incluso cómico), el devenir previsible y las interpretaciones de lo más irregular (Leitch, por ejemplo, se dedica a fruncir el ceño y poner cara de ido…). Lo único por lo que ha podido trascender es por el hecho de haber sido una de las primeras películas protagonizadas por Pitt. Eso sí, a su favor habría que decir que cuenta con algunas muertes tan divertidas como rebuscadas.