La aplicación de la lógica en el contexto de la ciencia ficción puede resultar, en muchos casos, un ejercicio arriesgado. Este principio se magnifica aún más en obras como “The Final Countdown”, donde el portaviones Nimitz se ve envuelto en un torbellino temporal que lo transporta 40 años atrás, justo antes del fatídico día de Pearl Harbor. La premisa resulta intrigante: un portaviones propulsado por energía nuclear, equipado con una completa flota de aviones de combate, emerge en las cercanías de Pearl Harbor, con pleno conocimiento de los planes de ataque japoneses. La película se filmó en locaciones reales a bordo del Nimitz, con la colaboración activa de la Marina estadounidense.

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Sin embargo, la trama deja mucho que desear. Nos encontramos con el Nimitz navegando por aguas tranquilas cuando, de repente, se enfrenta a un colosal torbellino en el cielo. Este evento se presenta como una especie de portal hacia el pasado, aunque su representación más se asemeja a un descarte de “The Black Hole” de Disney. Una vez en 1940, el destino del barco tiene el potencial de alterar el curso de la historia. ¿Logrará destruir la flota aérea japonesa? Esta incógnita queda en el aire, ya que justo antes del momento crucial, el Nimitz es arrastrado de vuelta a 1980 por otro torbellino, dejando atrás a dos personas.

Esta situación plantea una paradoja temporal insoluble: si un individuo de 1980 viaja 40 años al pasado y vive otras cuatro décadas, ¿podría eventualmente encontrarse consigo mismo? Aunque esta interrogante alimenta el interés del espectador, la ejecución de la trama deja mucho que desear.

Por otro lado, las escenas filmadas en el portaviones de la Marina estadounidense, con la participación de miembros reales de la tripulación como extras, agregan un toque de autenticidad que resulta intrigante. En cuanto a las actuaciones, si bien son competentes, resultan moderadas considerando el talento involucrado. Los efectos especiales, a su vez, muestran signos evidentes de envejecimiento, lo cual es comprensible dadas las limitaciones tecnológicas de la época.

En resumen, “The Final Countdown” ofrece un entretenimiento pasajero que se podría consumir sin mayores reservas en una tarde de televisión. Para aquellos interesados en el contexto histórico del ataque a Pearl Harbor, y capaces de tolerar una calidad de producción modesta, ver esta película como parte de una doble función junto con “Tora Tora Tora” podría resultar una manera aceptable de pasar el tiempo en un domingo tranquilo.

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