La película es indudablemente abominable, y es una pena que la palabra «abominable» no sea esdrújula porque la expresión quedaría todavía más precisa. Ahora bien, su clasificación es un insulto a la inteligencia. ¿Ciencia ficción? Vamos, anda. De toda la vida de dios esto se ha llamado PARODIA, parodia, señores, p-a-r-o-d-i-a. ¿Pero la han visto antes de ponerle esas etiquetas? Madre mía, «serie B», «cómics»…
Como tal parodia, completamente explícita en todos sus puntos y detalles, supongo que debería estar clasificada en primer lugar como comedia. Aunque no tenga ninguna gracia, bien es cierto.
En fin, que no hay para qué verla, pero un pelín de respeto a sus autores tampoco está de más: NO es que fueran tontos, sólo es que no tenían gracia (ni dinero, ni talento…).
Esta película, dirigida por el prolífico director cubano-mexicano René Cardona, parece nacer de la confluencia de tres influencias distintas: la película estadounidense «La mujer y el monstruo» (Creature from the Black Lagoon, 1954), de Jack Arnold, la serie de TV del mismo país vecino, «Batman» (1966-1968), y la ciudad mexicana de Acapulco como escenario de moda en el cine de los años 60.
La película en sí es entretenida, pero le falta ritmo, y el científico loco, que viaja de país en país en su barco-laboratorio y quiere dominar el mundo creando una raza de hombres peces, lanza unas risotadas muy tópicas. Al menos la actriz protagonista, la bellísima y muy atractiva Maura Monti, se sale un poco más del estereotipo con su vestuario «sexy» y sus escenas de lucha, aunque viene a ser una Modesty Blaise a la mexicana. Las escenas submarinas son espectaculares y su fotografía en color es de lo mejor del conjunto, al menos en la versión restaurada que he visto en la Filmoteca Española.
Yo refunfuño cada vez que elijo un título del “cutre” cine fantástico mexicano … y siempre termino divirtiéndome como un loco. Es cierto que sus ideas son disparatadas y sus presupuestos risibles, pero tienen una energía adolescente inigualable. Lo único que existe en el mundo y medianamente se le parece es el cine fantástico japonés.
La Mujer Murciélago es otro ejemplo del cine de wrestlers mexicano. Esto es, tomen un luchador de catch, dénle atributos de superhéroe y envíenlo a combatir los villanos más sicotrónicos que se les ocurran. El molde los impuso El Santo, el enmascarado de plata (pongámonos de pie con una mano sobre el corazón), y la verdad es que es una fórmula efectiva. A mí me hubiera gustado que el género hubiera seguido avanzando hasta convertirse en algo más maduro y sofísticado – algo parecido a las aventuras animadas del Hijo del Santo, producidas por Cartoon Network -, pero a finales de los 70 el rubro había entrado en decadencia, y la producción de títulos empezaría a menguar hasta casi desaparecer.
Acá los productores mexicanos mezclaron wrestlers y superhéroes, decididos a explotar la euforia del momento desatada por la serie Batman (1966). Pero en vez de hacer su propio encapotado, apuntaron al personaje de Batichica, ya que resultaba más sexy y fácil de vender. El asunto es que, ya sea a propósito o de carambola, esta gente se topó con un punto débil en los derechos del personaje y la DC Comics terminaría por perder un par de intentonas judiciales para evitar que filmes como éste – o como el engendro yanqui El Salvaje Mundo de Batwoman (1966) – siguieran su curso y obtuvieran distribución (y ambos títulos siguen editándose hasta el día de hoy sin ningún tipo de problema legal).
Aquí la influencia de la tira de la DC es más que evidente: la Mujer Murciélago anda de capita, máscara y bikini – cosa que nunca pasó en las historietas -, y el uniforme es gris, azul y dorado tal como los colores oficiales del encapotado. Incluso hay un par de detalles más, como que la chica es una millonaria dedicada a combatir el crimen y que usa el uniforme para esconder su identidad, la cual sólo conocen un par de agentes del orden. Pero dejando de lado ese detalle, no hay nada que la diferencie de una aventura standard del Santo. No hay bati-gadgets ni la chica es la super detective que pretenden vender, y peleando no resulta muy convincente que digamos.
Aun así, La Mujer Murciélago resulta muy entretenida aunque termine siendo intrascendente. Aquí hay una producción muy generosa, pensada posiblemente para disparar alguna franquicia cinematográfica que nunca se pudo concretar. Las locaciones de Acapulco son fantásticas y hay una cuidada fotografía submarina. El villano vive en un ampuloso yate, y hasta hay un monstruo bastante bien diseñado, aunque no deja de ser la versión pobre de El Monstruo de la Laguna Negra. Pero, para los standares mexicanos, La Mujer Murciélago es como Lo Que El Viento Se Llevó del género de wrestlers. Hay dinero de sobra y se ve en la pantalla.
Lamentablemente lo que termina de fallar es lo más barato, que son las ideas. Hay un villano que quiere inventar una raza de hombres peces – vaya uno a saber para qué -, y se dedica a extraer la glándula pineal de wrestlers, ya que son hombres fuertes y decididos. La heroína – que está ok, aunque no es tan linda ni tan esbelta ni tan carismática – lleva la pista hasta el yate del villano, y lo que sigue el resto del tiempo es un sinfín de tonterías: los buenos, que no quieren llamar a la policía para abordar el yate ya que carecen de pruebas (!!!), y el villano que podía haber zarpado hace 50 meses pero sigue en Acapulco ya que quiere convertir a la Mujer Murciélago en la mujer-cornalito. Ya que la segunda mitad del filme es un duelo de incompetencias entre buenos y malos, terminan triunfando los primeros por un golpe de suerte más que por una ocurrencia propia. Lo que compensa este torpe juego del gato y el ratón es que el auteur René Cardona es muy bueno filmando, le da ritmo a la historia y las cosas pasan rápido como para no aburrirse, lo cual no quita de que la segunda mitad de La Mujer Murciélago no deje de ser una pavada sideral.
Si a usted le gustan las películas de wrestlers mexicanos, La Mujer Murciélago es una entrada floja aunque entretenida (en el sentido sicotrónico de la palabra). Con ese presupuesto podían haber hecho algo un poquito mejor. Igual se deja ver y es recomendable, ya que siempre hay algo en pantalla con lo cual uno se puede entretener.