Remake de la película pionera del cine gore «Blood Feast». De nuevo con deidades egipcias, mutilaciones, sangre, humor negro y chicas ligeras de ropa perseguidas por psicópatas.
Soy un enorme admirador del cine gore con comedia de aquella década. De igual forma que considero que el cine de terror de aquellos años es insuperable por su violencia, imaginación y estupendos efectos prácticos, lo mismo digo de su ramificación cómica más salvaje en cuanto a litros de sangre vertidos.
Los años ochenta nos dieron verdaderas joyas de la serie B más cutre, pero al mismo tiempo más gamberra y divertida. Lo cierto es que esta película no es para mí de las mejores, de hecho creo que podría ser todavía más bruta en lo referido al gore, que es bastante simplón en líneas generales, pero es indudable que tiene algunos puntos de humor que resultan tremendos y muy políticamente incorrectos en los tiempos actuales.
La historia es lo de menos y el guion no hay por dónde cogerlo, ya no sólo por situaciones absolutamente disparatadas (que en algún momento te harán soltar carcajadas), sino por los constantes errores y agujeros que este tiene. Está claro que el espectador busca aquí momentos cafres y graciosos, y la película los ofrece.
Destacaría lo gracioso que me resulta que los dos hermanos protagonistas sean propietarios de un restaurante vegetariano, al mismo tiempo que cometen auténticas atrocidades lejos de la clientela. El rubio roba la función y esas referencias a la estética punk, a los nazis y a demás frikadas bajo el filtro ochentero me parecen geniales.
Recomendable para ver con amigos amantes del videoclub y el gore más cachondo. Como en los viejos tiempos.