Basada en hechos reales sucedidos en México en septiembre de 1968, cinco jóvenes empleados de la Universidad Autónoma de Puebla intentan escalar el volcán La Malinche pero, debido al mal tiempo, no tienen éxito y tienen que refugiarse en un pueblo cercano llamado San Miguel Canoa. Debido a la paranoia religiosa vivida en el pueblo en gran medida incitada por el párroco local, el pueblo los confunde con radicales comunistas…
Considerada como una de las películas que devolvió vida al cine mexicano, Canoa constituye uno de los títulos más señeros del directo Felipe Cazals (autor de El apando, si mal no recuerdo).
El mayor mérito del film consiste en el poder de su denuncia social a pocos años del suceso acaecido en 1968. Cinco chicos que trabajaban en la Universidad de Puebla, deciden escalar el cerro de Malinche. Para poder realizar la escalada, deciden ir hasta el pueblo de San Miguel de Canoa, población muy cercana de la capital del estado, pero a años luz de la más mínima manifestación de progreso. Allí, instigados por la paranoia anticomunista sembrada por el Padre del pueblo, los habitantes en masa enfervorecida deciden apalear, acuchillar a «los enemigos de la fe cristiana». El espectador asiste a un supuesto documental basado en los hechos, en los que, de manera brillante, se ponen sobre la mesa los distintos elementos que dieron lugar a la tragedia.
Salvo la deficitaria interpretación de alguno de los excursionistas y la falta de vigor del actor que interpreta al Padre, resulta espléndida la elección de actores, la recreación de Canoa (se filmó, lógicamente en un pueblo aledaño). Muy hábil es la inserción de un personaje que interacciona con la cámara a modo de «narrador». Treinta años después y gracias a la masterización digital, se ha conseguido hacer esta obra cuyo negativo corría el riesgo de perderse.
Película, pues, para reflexionar sobre el manejo de las masas a través de la fe, sobre los resortes aleatorios que pueden conducir a la tragedia de unos inocentes, sobre cómo ese 68, tan afrancesado en la memoria, se vivió con fuerza propia en México.