Crítica de ‘Thunderbolts (2025)’: un alivio relativo en un paisaje erosionado

Por Lucen


Una reflexión sobre el filme de Jake Schreier dentro de la crisis creativa del universo Marvel


Fecha de estreno: 30 de abril de 2025
Dirección: Jake Schreier
Protagonistas: Florence Pugh, Sebastian Stan, Lewis Pullman, Wyatt Russell, David Harbour, Hannah John-Kamen
Guion: Eric Pearson, Joanna Calo


Dirigida por Jake Schreier y con un reparto coral encabezado por Florence Pugh, Sebastian Stan, Lewis Pullman, Wyatt Russell, David Harbour y Hannah John-Kamen, thunderbolts es, antes que nada, un filme que despierta cierta esperanza dentro del fatigado panorama del universo cinematográfico Marvel. Pero que algo se perciba como una “sorpresa agradable” no implica necesariamente que sea una gran obra, sino que quizá las expectativas actuales son tan bajas que cualquier signo de disciplina narrativa, seriedad temática o esfuerzo interpretativo adquiere el brillo de una joya en el barro.

El mérito del filme radica en su moderación. Frente al histrionismo autoparódico que ha hecho naufragar muchas de las entregas recientes —como el desangelado ejercicio de Capitán américa: brave new world—, aquí se opta por una narrativa más sobria, donde los personajes encuentran espacio para respirar, y con ellos, también el espectador. La película se articula como una suerte de anti-vengadores, reuniendo figuras quebradas, ambiguas, emocionalmente desgastadas, que operan en un terreno más existencial que heroico. Este gesto, aunque no revolucionario, sí se agradece en un entorno dominado por la vacuidad digital y la grandilocuencia sin alma.

MixCollage-29-Apr-2025-08-53-PM-2129-1024x576 Crítica de 'Thunderbolts (2025)': un alivio relativo en un paisaje erosionado

Florence Pugh, como era de esperar, otorga densidad emocional a una historia que, en otras manos, podría haberse deslizado por la pendiente de lo formularia. Su Yelena Belova es el corazón del grupo, no tanto por lo que dice, sino por lo que calla. Le acompañan con solvencia otros intérpretes —especialmente Pullman— en roles que, sin ser memorables, al menos están delineados con cierta humanidad.

Ciertamente, Thunderbolts no escapa del todo a ciertos vicios consustanciales al cine comercial contemporáneo. Las secuencias de acción, pese a su solvencia técnica, adolecen de una carencia palpable de fisicidad, delegando en exceso la intensidad del movimiento a una estética algorítmica, carente tanto de riesgo formal como de verdadera inventiva coreográfica. Y sin embargo, se percibe una voluntad —no tanto de estilo, como de claridad narrativa— que, en el contexto actual de saturación sensorial y caos expositivo, constituye ya casi un acto de resistencia.

83327839007-oab-trl-3-still-uhd-116-1024x575 Crítica de 'Thunderbolts (2025)': un alivio relativo en un paisaje erosionado

El guion, firmado por Eric Pearson y Joanna Calo, sin alcanzar cotas de brillantez, logra evitar con dignidad los lugares comunes más fatigosos del cine superheroico reciente: ni sarcasmo extenuante, ni cinismo de manual, ni dramatismo impostado. Los conflictos internos que aquejan a sus personajes —la depresión, el sentimiento de inadecuación, las heridas no cicatrizadas del pasado— no se exhiben como reclamo emocional inmediato, sino que permanecen como estrato subterráneo, atmósfera más que proclama. No estamos ante una obra de hondura psicológica, pero al menos se advierte el deseo de trascender el mero efectismo.

Paradójicamente, es en su sobriedad donde Thunderbolts encuentra su mayor virtud. No aspira a ser más de lo que es, y renuncia a los excesos de montaje, a las florituras visuales o a los juegos metalingüísticos tan en boga. En su contención, recuerda más al cine de acción de los años noventa que a la feria hipercinética en que ha devenido la franquicia Marvel en tiempos recientes. No hay aquí ni el humor pueril de Guardianes de la galaxia, ni la rebeldía impostada de Escuadrón suicida, ni, afortunadamente, las pretensiones vacuas de Eternals. Lo que sí encontramos es un mínimo —aunque digno— compromiso con lo narrativo y lo emocional.

Thunderbolts, por tanto, no redime al universo Marvel, pero sí lo higieniza en cierta medida. Viene a recordar que, con menor grandilocuencia digital y mayor honestidad dramática, aún es posible articular relatos de superhéroes que no subestimen la inteligencia del espectador ni anestesien su sensibilidad.

Resta por saber si esta modesta inflexión augura una reorientación real o si, por el contrario, se trata de un espejismo momentáneo en el seno de una maquinaria industrial que desde hace tiempo confunde expansión con excelencia. Por lo pronto, Thunderbolts se conforma con ser un film funcional, a ratos emotivo, y —en comparación con el despropósito acumulado— casi admirable.

Finally-Thunderbolts-is-a-Marvel-movie-with-something-to-say-3-1024x576 Crítica de 'Thunderbolts (2025)': un alivio relativo en un paisaje erosionado

Introducción: en tiempos de escasez, toda moderación es virtud

En el estado actual del universo cinematográfico Marvel, donde abundan productos audiovisuales cada vez más desvinculados de cualquier lógica narrativa o estética significativa, Thunderbolts emerge como una obra discreta pero inesperadamente coherente. Sin pretender reinventar el género ni resucitar su mística original, ofrece al espectador una experiencia relativamente sobria y funcional, cuya virtud esencial es la contención.


De la hipertrofia al control

La cinta se presenta como una suerte de «anti-vengadores» en tono menor, articulando un relato coral donde conviven figuras quebradas, personalidades al límite y antihéroes de segunda fila. Esta modestia conceptual no debe verse como una carencia, sino como una elección consciente en un ecosistema cinematográfico donde el exceso ha devenido norma. Aquí, el espectáculo no engulle al relato.

Jake Schreier opta por una puesta en escena clásica, sin excentricidades visuales ni florituras metanarrativas. No hay guiños al espectador, ni rupturas del cuarto muro, ni infografías caprichosas: tan solo una historia que avanza con ritmo sostenido, en busca de cierta resonancia emocional.


thunderbolts-still-2-1024x429 Crítica de 'Thunderbolts (2025)': un alivio relativo en un paisaje erosionado
Yelena Belova (Florence Pugh) in Marvel Studios’ THUNDERBOLTS*. Photo courtesy of Marvel Studios. © 2024 MARVEL.

Interpretaciones al servicio del personaje

Florence Pugh, cuya solidez actoral ha quedado ya sobradamente demostrada en cintas de muy distinto signo, se erige como núcleo emocional del filme. Su Yelena Belova es una figura contenida, herida, pero con una profundidad que no necesita ser explicada en voz alta. Le acompañan intérpretes igualmente competentes, como Lewis Pullman, cuya presencia añade textura a un conjunto que, sin deslumbrar, se sostiene con dignidad.


Acción sin saturación

Las secuencias de combate, si bien previsibles en su resolución, se encuentran coreografiadas con claridad. Cada personaje tiene su momento, su habilidad, su trazo singular dentro del engranaje colectivo. Se agradece esta sobriedad: no hay acumulación ni delirio digital, sino un ejercicio de precisión dentro de los cánones del blockbuster contemporáneo.


Un guion sin grandilocuencia

El libreto de Pearson y Calo rehúye el humor forzado y los discursos subrayados. Se permite, en cambio, esbozar algunos temas de interés —la depresión, el ostracismo, la adicción— sin que estos se conviertan en coartadas lacrimógenas. No hay profundidad psicológica, pero sí una humanidad funcional que contrasta con el vacío emocional de otras entregas recientes del UCM.

Florence-Pugh-in-Thunderbolts-1024x576 Crítica de 'Thunderbolts (2025)': un alivio relativo en un paisaje erosionado

No es redención, pero sí tregua

Thunderbolts no es una obra mayor ni una revolución dentro del cine de superhéroes. Pero en su mesura, en su negativa a caer en lo pueril o lo grotesco, se convierte en un testimonio valioso: el de una producción que, sin aspirar a lo sublime, tampoco cede al cinismo o la complacencia.


Conclusión: entre el olvido y la resistencia

En tiempos donde Marvel parece más preocupada por producir que por narrar, Thunderbolts aparece como una resistencia modesta. Es una película que, sin reformular el género, recuerda que el entretenimiento comercial puede mantener una mínima ética de la forma y del contenido. Y en esa escasez de lucidez, cada destello, por tenue que sea, cuenta.


Puntuación: 6,5/10
Lo mejor: su contención formal, las interpretaciones principales, la renuncia al exceso digital.
Lo peor: cierta previsibilidad estructural y una falta de riesgo estético.
Comparativa: más cerca del tono sombrío de The winter soldier que del desparpajo infantil de Thor: love and thunder.

Puede que te hayas perdido