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El silencio del espejo: Portal al multiverso del alma

El silencio del espejo: Un reflejo de la bondad

En los albores del tiempo, los espejos eran portales a otros mundos. En cada reflejo, se abría una ventana a un universo paralelo, donde las acciones y las palabras tenían un peso infinito. Los hombres, al contemplar su imagen, podían vislumbrar las consecuencias de sus actos y elegir el camino más justo.

Sin embargo, la humanidad, en su infinita capacidad para la discordia, comenzó a utilizar estos portales para sembrar la discordia en los universos paralelos. Las palabras hirientes, las acciones egoístas y los pensamientos negativos se reflejaban en estos mundos alternativos, generando caos y sufrimiento.

Alarmados por la destrucción que los hombres estaban causando, los dioses decidieron intervenir. Con un gesto poderoso, silenciaron los espejos, privándolos de su capacidad para reflejar las palabras. De esta manera, los universos paralelos quedaron a salvo de la influencia negativa de la humanidad.

Pero el silencio de los espejos no solo evitó la destrucción, sino que también fomentó la bondad. Al no poder expresar sus pensamientos negativos a través de las palabras, los hombres se vieron obligados a reflexionar sobre sus acciones y a cultivar la paciencia y la comprensión. Los espejos, ahora vacíos de palabras, se convirtieron en lienzos en blanco donde cada individuo podía proyectar sus sueños y aspiraciones más nobles.

Con el tiempo, los hombres descubrieron que el silencio no era una ausencia, sino una presencia poderosa. En el silencio, podían escuchar la voz de su propia conciencia y conectar con una sabiduría superior. Los espejos, lejos de ser objetos de vanidad, se transformaron en herramientas de introspección y crecimiento personal.

Así, el silencio de los espejos se convirtió en una bendición para la humanidad. Al privar a los hombres del poder de las palabras, los dioses los obligaron a buscar la armonía interior y a construir un mundo más justo y compasivo.