Bo Derek en \»La mujer 10\» en los años \’70, Kelly LeBrock en \»La chica de rojo\» en los \’80 o Sharon Stone en \»Instinto Básico\» en los \’90 han sido algunas de las grandes divas del erotismo de las últimas décadas. Cuando aparecieron en pantalla en su tiempo, todas dejaron las salas de cine en absoluto silencio. Son las divas eróticas \»modernas\» del cine mundial, que marcaron a generaciones de espectadores y que ahora han dado el relevo a las divas eróticas de la televisión encarnadas y rostros y cuerpos como el de Alexandra Daddario, Olivia Wilde o Emilia Clark.
Aún así, aún guardamos gran recuerdo de cada una en sus escenas clave: la chica de trenzas que corre por la playa, la señorita del vestido rojo al viento o la desafiante mujer en el interrogatorio de la policía. Pero, otras filmografías también tienen su propia leyenda erótica y hoy nos toca hablar de la que tiene el cine chileno con sus mujeres inolvidables. Así que aquí y sin más os dejamos con un recuento cinematográfico para recordar como el absoluto símbolo sexual de los \’80, Marcela Osorio que dio el gran salto en su papel en la película \’\’Sussi\’\’, de Gonzalo Justiniano, en 1987.
Otro ejemplo claro es el de Antonella Ríos en “Los debutantes” (2003), de Andrés Waissbluth que nos habla de dos hermanos que llegan a Santiago a probar suerte. El mayor de ellos, Silvio (Néstor Cantillana), consigue trabajo como asistente de un empresario mafioso. Su vida se viene abajo cuando se involucra clandestinamente con Gracia (Antonella Ríos), la amante de su jefe, y quien además es bailarina de un club nocturno. Tiene variadas escenas de sexo, pero ninguna como “la danza de la crema”.
Lorene Prieto en “El chacotero sentimental” (1999), de Cristián Galaz. Basada en el existoso programa radial del mismo nombre, conducido por el Rumpi, narra tres historias chilenas de sexo. La primera de ellas es una comedia titulada “Patas negras”, que relata la experiencia de Juan (Daniel Muñoz), un joven que se enreda con su nueva vecina, Claudia (Lorene Prieto), quien está casada y juega al límite de lo aconsejable en triángulos amorosos.
Viviana Rodríguez en \»Gente decente\» (2004), de Edgardo Viereck. A las puertas de su matrimonio, Andrés (Luciano Cruz-Coke) recibe una fiesta de despedida de soltero por parte de sus amigos, una noche que pasa con una prostituta llamada Gloria (Viviana Rodríguez). Pensó que nunca más la vería, pero cuando la ve llegar a su oficina, comienza una historia de chantajes y crimen.
Javiera Díaz de Valdés en “Sexo con amor” (2003), de Boris Quercia. Marca la entrada al medio de la actriz y modelo Javiera Díaz, por entonces con 21 años, a partir de la famosa “escena de la lavadora”. Emilio (Boris Quercia) recibe a su sobrina francesa Susan (Díaz de Valdés), una joven que viene de ambientes liberales de Europa, por lo que no estima incorrecto practicar sexo con su tío. Incluso en el lavadero de la casa.
Celine Reymond en \»Mandrill\» (2010), de Ernesto Díaz Espinoza. El mercenario Mandrill (Marko Zaror) se ve enfrentado a la más difícil de sus misiones, cuando se enamora de la hija de un mafioso dueño de casinos que había asesinado a sus padres. Dominic (Celine Reymond) primero cae ante el seductor galán, pero ella también revela sus facetas más osadas para encantarlo hasta la ceguera.
Mane Swett en \»El nominado\» (2003), de Nacho Argiró y Gabriel López. La avaricia televisiva y hambre por el rating llevan a un equipo realizador a organizar un extremo reality de aislamiento, que se sale de control cuando comienza a derramarse sangre a kilómetros de distancia de la civilización. Una de las recluidas es Sara (María Elena Swett), que con sus encantos busca ser la elegida para sobrevivir.
Carola Oliva en \»Mansacue\» (2008), de Marco Enríquez-Ominami. Un hombre bueno y algo torpe (Fernando Gómez Rovira) y una escultural mujer (Carolina Oliva) forman una pareja distanciada, cuya química cambia radicalmente cuando ella descubre que él es el ganador de un millonario premio del Kino. Sus curvas serán clave para mantenerse junto al flamante afortunado.
Patricia López (*Santiago de Chile, 10 de julio de 1977), es una actriz chilena de cine, teatro y televisión. Patricia López actuó en la película vanguardista chilena Sangre Eterna, sobre vampiros donde nos dejó su mejor desnudo.
Sigrid Alegría. No por nada ‘Sexo con Amor’ (2003) fue por mucho tiempo la película más vista del cine chileno y en términos de imagen, la de Sigrid pelirroja, con las mejillas coloradas, desnuda y en el centro del afiche es una de las más potentes en estas lides, incluso sin ver la película. Capitalizando todo su arrastre como heroína de las teleseries de TVN en la época Sabatini, el acierto de Boris Quercia al ponerla como figura central es haberla encontrado en su mejor momento. Aquí el talento de la actriz se engrana perfectamente en un personaje un tanto más complejo que el promedio de las otras sex symbol nacionales, escapando a los lugares comunes para retratar a una profesora básica, adulta joven, con un buen hombre como novio, que sin ser una víbora experimenta, como la mayoría de las mujeres, una etapa de infidelidad lúdica sin ser una ‘mala persona’, como le enrostra su amante caracterizado por Patricio Contreras.
En los anales quedará, por su puesto, la escena del carrousel en el extinto Hotel Valdivia de la que ya se ha hablado y escrito suficiente.
Alicia Rodríguez es nuestra pequeña Adele chilena. Dicen que el casting de ‘Joven y Alocada’ (2012) es uno de sus grandes valores y en el caso de Alicia es evidente. Y el desafío no era menor considerando un argumento sostenido en los conflictos hormonales y existenciales de una adolescente, hija de padres evangélicos, que comparte sus intimidades en un blogg. Alicia no solo da con la edad y la talla, sino que se apropia de Daniela, su personaje, remeciendo de paso todos los estereotipos usados en el cine chileno hasta el momento para ser sexy, abordando en pantalla y sin miedo la bisexualidad y el efecto de las redes sociales en el sexo de hoy. Y nada se esto es azar, hay detrás toda una confabulación de mujeres talentosas detrás de cámara, partiendo por la directora, Marialy Rivas.
Shlomit Baytelman por qué siempre hubo inicio. También es de las que le bastó sólo una cinta, también su debut en el cine, para instalarse indeleblemente en el imaginario colectivo. Si se consideran además los méritos cinematográficos de ‘Julio comienza en Julio’ (1976) de Silvio Caiozzi, lo más vintage de este listado, resulta imposible no otorgarle a Shlomit uno de los mejores lugares. La película, hecha en una época en que en Chile no se hacía cine (de hecho fue el único estreno por muchos años) aborda el trance de niño a adulto de un muchacho (Juan Cristóbal Meza) heredero de una aristocrática familia de campo de principios del siglo XX.