2001

Textura fílmica: 2001, una odisea del espacio

En el vasto lienzo cósmico que Stanley Kubrick despliega en 2001, una odisea del espacio, la textura fílmica se convierte en un lenguaje sensorial que trasciende el mero relato visual. La película, por su estructura y atmósfera, no es simplemente contemplada; se experimenta como un ritual de sensaciones que evocan una sinfonía tanto visual como emocional.

Textura fílmica: 2001, una odisea del espacio

Texturas sensoriales:
La película evoca sensaciones táctiles que contrastan lo orgánico y lo artificial. La rugosidad primitiva de las rocas del amanecer del hombre contrasta con la suavidad pulida del monolito, un objeto que parece imposible de tocar, como una idea inabarcable. En las escenas espaciales, el vacío absoluto se siente como un silencio frío, casi helado, que podría recordar la sensación de estar sumergido en agua glacial.

25/11/2020 2001: Una Odisea En El Espacio. Más de 50 años después de su estreno, 2001: Una odisea en el espacio de Stanley Kubrick sigue siendo una de las películas más elogiadas de la ciencia ficción. E incluso sigue generando titulares. Porque se ha descubierto en el desierto de Utah un monolito gigante de color plateado idéntico al que aparece en la epopeya galáctica del director de El Resplandor. SOCIEDAD AUTONOMÍAS CULTURA METRO-GOLDWYN-MAYER

Evocaciones gastronómicas:
El alimento en 2001 es reducido a su mínima expresión: pastas sin textura, comprimidos que destruyen la idea de un sabor evocador. Es una negación del placer sensorial en favor de la eficiencia, en un futuro que, paradójicamente, se despoja de humanidad mientras avanza en la perfección tecnológica. Este minimalismo culinario se opone al banquete desenfrenado de los sentidos que Kubrick mostraría años después en La naranja mecánica. Textura fílmica: 2001, una odisea del espacio

Referencias culturales y literarias:
La película parece dialogar con el monólogo existencial de Moby Dick, de Herman Melville, donde la inmensidad del océano es sustituida por el vacío espacial, y HAL 9000, con su voz monocorde, recuerda al Capitán Ahab: un ser que, atrapado en su propia lógica, pone en peligro a toda su tripulación. A nivel visual, la transición del hueso al satélite evoca un salto temporal que remite a la narrativa poética de T. S. Eliot en Los cuatro cuartetos, donde el tiempo es fluido y la historia, cíclica.