La Cabalgata de las Valquirias de John McTiernan

La Cabalgata de las Valquirias de John McTiernan

Desde los albores del cine, ciertos elementos han trascendido su mera funcionalidad narrativa para convertirse en auténticos símbolos de una iconografía cinematográfica propia. Tal es el caso del helicóptero, un artefacto que, sin alcanzar la omnipresencia del tren o del automóvil, ha sabido imponerse como un vehículo de espectacularidad visual y de poderosa carga dramática. Entre todas las secuencias que han inmortalizado su presencia en la pantalla, ninguna resulta tan icónica como la que Francis Ford Coppola concibió en Apocalypse Now (1979): la imagen de los UH-1 Huey avanzando a través de la jungla vietnamita mientras los imponentes acordes de La cabalgata de las valquirias de Richard Wagner resuenan en el horizonte. Dicha escena no solo marcó el cine bélico con una huella indeleble, sino que además elevó el helicóptero a la categoría de emblema cinematográfico, dotándolo de una dimensión casi mitológica.

regisseur-john-mc-tiernan-op-de-set-van-predator-1987-1-1024x538 La Cabalgata de las Valquirias de John McTiernan

Sin embargo, si bien Coppola logró una de las representaciones más impactantes del helicóptero en el celuloide, ningún director ha sabido capturar su majestuosidad y dinamismo con tanta destreza como John McTiernan. En su filmografía, el helicóptero no es un mero accesorio ni un simple instrumento de transporte: es un protagonista en sí mismo, un elemento que articula el suspense, la acción y el espectáculo visual. Desde los inolvidables compases iniciales de Depredador (1987), donde el aterrizaje de un helicóptero en plena selva marca el punto de partida de la cacería más brutal jamás llevada al cine, hasta las frenéticas persecuciones aéreas de Jungla de cristal (1988), McTiernan ha demostrado una sensibilidad especial para filmar estas colosales máquinas con una elegancia y precisión inusuales.

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En Jungla de cristal, los helicópteros rasgando el skyline de Los Ángeles aportan una sensación de inmediatez y peligro, intensificando el vértigo de la acción. En La caza del octubre rojo (1990), un CH-53E Super Stallion no solo sirve de vehículo de rescate, sino que también se convierte en un actor fundamental en la puesta en escena, alterando las olas con su descomunal presencia y otorgando al relato un aire de tensión casi palpable. Jungla de cristal 3: la venganza (1995) lleva esta fascinación aún más lejos, cerrando el film con un enfrentamiento entre John McClane, Zeus Carver y un Bell 429, en un epílogo donde el helicóptero se erige como un símbolo de la amenaza y el desafío definitivo.

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Incluso en su obra más cuestionada, Rollerball (2002), McTiernan no renuncia a su obsesión por estas aeronaves. En una producción marcada por decisiones creativas controvertidas, una de las imágenes más memorables es, precisamente, la silueta de un avión de hélices capturada a través de una cámara de visión nocturna, demostrando que, aun en su película menos inspirada, el director mantiene su maestría para dotar al aparato de una presencia inigualable.

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En su última incursión cinematográfica, McTiernan volvió a hacer gala de su dominio del teleobjetivo para filmar helicópteros con una destreza técnica que pocos pueden igualar. Su capacidad para encapsular el poderío y la velocidad de estas aeronaves no es solo una cuestión de virtuosismo visual, sino un testimonio de su comprensión del cine de acción como un arte en el que cada elemento, desde el más mínimo encuadre hasta la más vertiginosa persecución, debe integrarse en un todo armónico. En la filmografía de McTiernan, los helicópteros no son meros instrumentos: son personajes en sí mismos, metáforas del poder, del peligro y de la omnipresencia de la tecnología en los conflictos humanos. Un legado cinematográfico que sigue surcando los cielos de la memoria fílmica con la misma intensidad con la que alguna vez rugieron en la pantalla.

Sin duda alguna que la escena de ‘Apocalypse Now’ donde unos helicópteros surcaban los cielos bajo la adrenalítico música de ‘La cabalgata de las Valquirias, marcó el cine, la obra de Coppola y los helicópteros como elemento decorativo. Sin llegar al nivel del «tren», el helicóptero ha sido un medio perfecto para engrandecer muchas secuencias de cine.

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Y esto es para decir que el hombre que mejor ha sabido filmar helicópteros en sus obras ha sido John McTiernan quien nos embelesó en los títulos iniciales de ‘Depredador’ gracias a un helicóptero que también fue protagonista de diversas escenas posteriores del film.

Volvió a emocionarnos con unos helicópteros surcando a ras de suelo el downtown de Los Ángeles en ‘Jungla de Cristal’ y lo mismo con un CH-53E Super Stallion que alteraba las olas en ‘La Caza del octubre rojo’.

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En «Jungla 3: la venganza’ incluso se permitió el lujo de cerrar el film con tres protagonistas, McClane, Zeus y un bell 429 o incluso en su más floja película, ‘Rollerball’, un avión con helices silueteado bajo una cámara de visión nocturna, era lo mejor de la polémica producción.

Pero es en su última película, donde McTiernan logra filmar gracias a su dominio del teleobjetivo, la mejor toma de un helicóptero bajo la lluvia. ‘Basic’ no es una obra maestra del cine pero esa escena sí.

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