Es la tercera producción de Amblin y la tercera película más taquillera del mágico año 1984. No sabemos en que lugar estaría dentro de los iconos o las obras de culto de los 80s pero lo que si sabemos es que ‘Gremlins’ es uno de esos sucesos únicos que da el cine de vez en cuando. La película de Joe Dante es la fusión perfecta entre lo que el espíritu Spielberg significaba en aquellos años y lo que la maldad del director de ‘Piraña’ encarcelaba en su corazón. Lo mejor de este acontecimiento infantil +18 es que no tuvo en su mismo año una hermana gemela, la número dos en taquilla del ya citado año mágico de 1984, nos referimos a ‘Indiana Jones y el Templo Maldito’, esta si que dirigida por Spielberg la cual, parece que de alguna manera tuvo influjo de Joe Dante aunque no haya referencia de él por ninguna parte. Si cerramos los ojos y pensamos en ambas enseguido nos vienen claroscuros visuales, el rojo intenso, una banda sonoro a base ritmos infernales, gore y sangre, terror, un niño oriental y, humor, un humor hiriente que te hace torcer la boca más hacia el lado concavo que hacia el convexo.
Hoy día ninguna de estas películas serían posibles por eso, podemos decir, que el mundo de hoy es totalmente imbécil. Los gremlins son unos seres malhumorados que los pilotos ingleses y alemanes sufrían en la segunda guerra mundial, según ellos se metían en sus motores para hacerles caer (de hecho vemos como en la escena final del bar un gremlin incendia con un dardo el cuadro de un avión de la segunda guerra mundial, claro homenaje de Dante al origen real de los protagonistas del filme), con esta idea Chris Columbus, Joe Dante y Spielberg idearon unos serecillos capaces de lo mejor y de lo mejor, y repito mejor porque no había nada «peor» en ellos. Tanto dentro del filme como fuera, estas criaturas fueron un éxito atroz, unos seres capaces de disfrutar de Blancanieves o de asesinar abuelitas. Hasta el mismo E.T. fue ninguneado por Strike en una de las escenas de la película.
Gremlins es un fenomeno en términos de diversión, es una osada en términos de PEGI, es un prodigio musical, y una notable obra en términos de producción y lenguaje cinematográfica. Vista en la actualidad es además un canto lírico en lo que a efectos visuales se refiere.
Por todo esto podemos decir que Gremlins no es una película entretenida y ya está, no, Gremlins es una obra maestra del cine, de esas que hay que guardar y disfrutar todos los años, una oda a lo bucólico como bien muestra ese plano final con matte paint que nos dice que Gremlins es la verdadera secuela del ‘Mago de Oz’.