El haber nacido en los 70s y haber crecido cinematográficamente hablando con el cine de los 80s, te crea una piel especial para tolerar la gran mayoría de productos de aquellos años incluyendo los más ridículos, cursis o avergonzantes, pero todo tiene un límite y ese límite se llama Días de Trueno.
Desde hace unos lustro se puso de moda la frase que decía que Tony era el bueno de los hermanos Scott. Personalmente no estoy de acuerdo y creo que Ridley es un genio mayor pero, desde luego que Tony Scott es un referente clave del cine de los 80s y 90s y el gran creador de mucha parte de la estética y formato del cine de acción de finales del siglo XX. Su fuerza, su ritmo y su puesta en escena le hacen ser autor de muchas obras maestras del cine de acción y alguna que otra obra maestra del cine en general pero, con Días de Trueno se le fue la mano o quizás la perdió para dar la que posiblemente es una de las películas más ridículas de aquella época.
El filme se estrenó en 1990, cuatro años después del gran éxito que fue ‘Top Gun’ y la cosa estaba clara, actor y director unían sus fuerzas para gestar un nuevo logro comercial y porqué no fílmico ya que para dar forma a una historia original del propio Tom Cruise, se recurrió a Robert Towne, un prodigio de la escritura de aquellos años que estaba detrás de esa joya llamada Chinatown. ¿Qué pasó entonces? Personalmente creo que se le dio demasiado poder a Tom Cruise en esta producción, un magnífico actor pero un pésimo gestor de proyectos.
RIDÍCULO DESDE EL INICIO
La primera aparición de Tom Cruise montado en moto y atravesando una nube de humo, avergüenza hoy día hasta a los más acérrimos amantes del videoclip de los 80s e incluso a los fans del actor pero es que eso es solo el empezar. El personaje está fuera de cualquier época por su homocosmogonía, el romance con la doctora interpretado por Nicole Kidman es bochornoso, su relación con el personaje de Michael Rooker e incluso el resto de personajes es totalmente infantil. Situaciones como la del camión nocturno y la agente de policía también producen risa pero de la negativa y en líneas generales todo lo que sucede no llega a interesar nunca al espectador. Como ridículo máximo teneos la carrera en sillas de ruedas que sinceramente es posiblemente una de las cosas más patéticas que he visto nunca en una sala de cine.
Por lo tanto el filme es un despropósito en temas narrativos e ideas pero, hay que reconocer que es un prodigio en términos de filmación. Tony Scott rodaba como los ángeles y está película no es una excepción. Sus cielos anaranjados, sus ópticas de largo alcance, su cámara a baja altura y el montaje coreografiado habitual de Tony crean una estética y un ambiente que contrasta de forma espantosa con el ridículo narrativo que crearon Cruise, Towne y posiblemente Simpson. Una era de abusos con la droga que dieron ejemplos de grandes fracasos como esta horrenda Días de Trueno.