Clayton (Lee Van Cleef) es un hombre rápido con la pistola, que persigue a Philipp Wermeer , acusado injustamente de haber matado al patriarca David Samson , jefe de uno de los clanes más poderosos de la ciudad. A pesar de las hostilidades de algunos y los intereses conflictivos de otros, Clayton intentará que se cumpla la Ley. Aunque los tres hijos del patriarca Samson, dificultarán el trabajo de Clayton.
Flojito spaghetti cuyo único aliciente radica en constatar como -a copia que transcurren los minutos- cada vez estamos más cerca del final. Así de claro. Y aunque eso dice muy poco de una peli, supongo que cualquier cinéfilo con dos dedos de frente coincidirá conmigo en que el pobre guión de esta peli no deja de ser un mero e ineludible pretexto para llegar, a trancas y barrancas, a ese “gran duelo” que preconiza -a bombo y platillo- el título de esta peli. El resto, como podréis deducir, puro relleno. Y, encima, mal contado.
Salvaría de la quema el tema musical del argentino Bacalov (incluido en la banda sonora de “Kill Bill”) y, por supuesto, a Lee Van Cleef. Un actor que siempre supo dar el callo y cuya sola presencia justifica la visión de este westerncito. De Giancarlo Santi tan sólo decir que me esperaba muchísimo más de un ayudante de dirección de Leone y que los cuatro gestos que le copia al maestro no me parecen suficientes para considerarle cineasta. Quizás por eso, “Gran duelo al amanecer” fue su primer y último SW. Un subgénero que, con pelis como ésta, exhalaba ya sus últimos suspiros.