Erotismo Oriental | A Tale of Sorrow and Sadness

Erotismo Oriental | A Tale of Sorrow and Sadness

Erotismo Oriental | A Tale of Sorrow and Sadness

Este póster fue hecho para la película japonesa Hishū monogatari, conocida en inglés como A Tale of Sorrow and Sadness, y extrañamente, aunque no da absolutamente ninguna indicación, es una película deportiva. Bueno, de la misma manera Jerry Maguire es una película de deportes. Es un drama envuelto en deportes. Se trata de una golfista y modelo interpretada por Yoko Shiraki que es elegida por el editor de una revista de deporte / moda para transformarse en una estrella. Ella puede jugar bien al golf. Eso no es un problema en absoluto. Ella gana su primer torneo, a pesar de desmayarse dos veces, y es una sensación de la noche a la mañana. Los problemas vienen en forma de presión, rivalidades, multitudes, sesiones de modelaje (incluso en bikini), apariciones en televisión (en bikini), tratamientos de belleza, lecciones de elocución y más, todo decidido por habitaciones llenas de hombres que la ven simplemente como un centro de ganancias (en bikini).

Algunas películas simplemente están adelantadas a su tiempo. Este toca todo un espectro de conversaciones actuales, incluyendo cómo las expectativas sobre las atletas femeninas son mayores de varias maneras que en los deportes masculinos, especialmente la demanda de que sean hermosas y encantadoras. Pero debido a que esta es una película japonesa, la trama pronto se desvía hacia el reino de lo extraño: un accidente de atropello y fuga y chantaje. El cambio de tono no es realmente una sorpresa, ya que la película fue adaptada de un manga de Kajihara Kazuki. Nos gustó más la primera mitad centrada en el deporte. Aun así, Hishū monogatari es un esfuerzo decente, digno de ver, en nuestra opinión. Hay cierta confusión en los sitios occidentales sobre la fecha de estreno, pero la base de datos de películas japonesas tiene su apertura hoy en 1977.

«Hishu monogatari» parece marcar el final del período de ostracismo -un ostracismo relativo, porque en esos años trabajó para el medio televisivo- por el que pasó el célebre realizador japonés Seijun Suzuki tras la realización de su película más famosa, «Marcado para matar» (Koroshi no rakuin, 1967). Ahora bien, que el espectador no espere aquí una historia de la «yakuza» ni de ningún asesino a sueldo, pues se trata de un drama que mezcla el deporte del golf, la televisión, la fama, los negocios, las ambiciones que surgen en torno a la fama y el dinero, y, sobre todo, una especie de psicopatología de la vida cotidiana en torno a un barrio y un vecindario de lo más peculiar. En resumen, es una película rara contada de una forma rara, en la que Suzuki se deja vencer por su tendencia a lo extravagante, pero no por eso resulta desdeñable, ni desde el punto de vista formal ni desde el punto de vista del contenido. Con respecto a esto último, se aprecia una crítica social hacia un mundo en el que se diría que todos se mueven por la codicia, la adoración por la fama y los famosos, el sexo o la locura.

La golfista protagonista, Reiko (Yoko Shiraki) se ve atrapada en una serie de redes y trampas de las que no sabe escapar; destaca aquí el chantaje al que es sometida por una vecina envidiosa atropellada una noche por el coche en el que la golfista viajaba con su novio. La vecina buscará alimentarse de la fama de la deportista, creándose así una relación de humillación, culpa y dependencia muy, pero muy rara, que se anticipa muchos años al Lars von Trier de «Dogville» (2003).

No es de lo mejor de su director, y podría estar mejor contada, pero al menos es más interesante que, por ejemplo, «El baile de los sicarios» (Pisutoru opera, 2001). Y además aparece el mofletudo Jô Shishido en un breve papel de policía.