Jean Simmons desnuda en un riachuelo mientras se baña puede ser algo incluso de naturaleza casta e inocente pero, cuando hablamos de las mentes del antiguo Hollywood, todo se amarillea y se contagia de perversión tal, que hoy hablamos de una inocente escena como uno de los desnudos perdidos más buscados de la historia del cine.

Todos tenemos claro que Espartaco (Stanley Kubrick, 1960), es una de las más grandes obras maestras del genero péplum jamás realizadas. Basada en el best seller de Howard Fast, esta superproducción es algo más que una crónica acerca de la rebelión, mucho más incluso que un relato de aventuras: es la radiografía de un hombre que lucha por conquistar el más preciado de sus bienes: la libertad. 
La acción tiene lugar entre los años 73-71 a. C, y narra la lucha encarnizada de Espartaco (Kirk Douglas), un esclavo gallardo vendido a la temprana edad de 13 años al que, por su fuerza, se le instruye para convertirse en un gladiador de primera fila. Tras días de duro entrenamiento y torturas, el indomable Espartaco organiza un motín por el cual el resto de sus compañeros son puestos en libertad, para más tarde capitanear el inicio de una marcha itálica en la que se irán adhiriendo los demás. Todo para perseguir el más anhelado de sus fines: la abolición de la esclavitud. Como no podía faltar en toda historia épica, durante el desarrollo de los acontecimientos el protagonista conocerá a Varinia (Jean Simmons), una atractiva esclava de la que queda prendado desde el primer instante y que aporta el contrapunto de ternura al relato. Kubrick, rueda un fidedigno retrato que nos permite descubrir cómo eran las condiciones de vida de los esclavos o las luchas encarnizadas entre los órganos de poder y el pueblo.
La obra es rutilante gracias a sus majestuosas panorámicas o en esos planos amplios que nos permite captar toda la grandeza del Imperio, así como en su portentosa dirección de actores o en la propia ambición de la propuesta, ejemplificada en la gran cantidad de extras o en el desmedido despliegue de escenarios y además, ya resulta imposible hablar de la película sin mencionar la emblemática escena entre el general Marco Craso (Laurence Olivier) y su súbdito Antonino (Tony Curtis), en la que, mientras éste último frota la espalda del primero, entablan ese antológico discurso gastronómico.
donde se deja entrever la bisexualidad de Craso con la ya mítica frase: “mi gusto incluye tanto a los caracoles como a las ostras”. 
El fragmento no logró pasar el llamado código Hays, esto es, el método de censura vigente en la época que era el que tomaba la decisión sobre qué se veía o no en la gran pantalla. Hasta 1967, pero aún así, no se consiguió tumbar una película de gran carga erótica -ese despiporre de hombres tonificados semi desnudos o esa  Jean Simmons bañándose sin ropa en un riachuelo.
Independientemente de la opinión de los historiadores en cuanto a la falsificación de hechos en “Espartaco” de Stanley Kubrick para considerarla un paradigma de cine histórico, no es posible regatearle elogios en cuanto espectáculo cinematográfico a esta popular cinta realizada en 1960 con un reparto multiestelar, como suelen decir los publicistas, encabezado por Kirk Douglas, Laurence Olivier, Jean Simmons, Charles Laughton, Peter Ustinov, John Gavin y Tony Curtis.  
Y ya centrándonos en la cuestión del artículo de hoy, para la especulación queda si efectivamente es siempre Jean Simmons la que se baña desnuda en el riachuelo, para ser abrazada por Kirk Douglas al salir del mismo  y escamotearle al público la posibilidad de admirar la belleza de la actriz. Pero lo que queremos constatar es que gracias a la nuevas versiones editadas del film ya fuera del famoso código Hays, si podemos asegurar, que la famosa actriz no fue fruto de un doblaje de cuerpo al menos en algunas de las escenas de la secuencia, ya que como vemos, si es Jean Simmons quien muestra ese famoso desnudo que tan legendario ya es.

Erogramas de Jean Simmons en Espartaco

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