Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó

Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó

Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó

Cuando Dios creó a Brigitte Bardot


Cuando estalló la bomba, el mundo no estaba preparado. Y la bomba tenía nombre de mujer. No era la más bella de todas, pero sí la más salvaje, la más descarada, la más insultantemente libre. Significaba un cambio de belleza, de feminidad, de vestir, de ser, de sociedad, de juventud, de rebeldía frente al sistema de pensamiento aún decimonónico, hipócrita y pacato que parecía no querer diluirse a mitad del siglo pasado. Ella significó una revolución y se hizo tan famosa que no necesitaba ni nombre ni apellido para ser conocida. Bastaba con unas iniciales para identificarla. BB. No en vano, ella era la mujer. La que Dios había creado. Y la que para El de las Alturas, en su imaginario, era la mujer perfecta.

Así se titulaba el filme que la lanzaba a la fama y provocaba un estruendo mayor que el de las islas bikini, precisamente el archipiélago atómico que dio nombre a las dos piezas que se convirtieron en la seña de identidad de esta francesita paradigma de la nueva mujer francesa. Y Dios creo a la mujer. Sin embargo, entonces, se decía: “Más vale ir a un strip-tease de Pigalle. Las chicas son, como mínimo, tan deliciosas o más, y saben moverse con gracia”. O “Por suerte para la reputación del charme francés, esta película no tiene ninguna posibilidad de proyectarse fuera de nuestro país”. Éstas fueron algunas de las críticas que pudieron leerse a su estreno, clarividentes, futuristas y con muchísima visión comercial –ejem- sobre aquel filme que dejaba al aire las vergüenzas del país de la Luz, el bien vestir y las buenas maneras. Y Francia no podía permitirse hacer público lo que años después ella gritaba a los cuatro vientos: “yo soy el ejemplo de que la infidelidad es el deporte nacional de mi país”.

El revuelo saltó el Océano y en Estados Unidos las manifestaciones se sucedieron con una virulencia atroz en contra de esta irrisoria precursora de la Garganta profunda que finalmente allí lo desmoronó todo. Y por una danza, que era aún más escandalosa porque lo que no se veía que por lo que mostraba. Hasta el New York Times escribió: “Inmoral de la cabeza a los pies” y quizás era justo así, fuera de aquella moralina absurda y gris. Y de Cleveland a Memphis fueron arrestados empresarios de salas y distribuidores de cine que se rebelaban contra el código Hays porque querían hacer participes a los espectadores de aquel terremoto sensual, de aquella espontaneidad, de aquella independencia y libertad que de tan a gala hacía en su Constitución y que, sin embargo, una película italo-francesa les demostraba casi con un bofetón en un morros que no, que aquellos fotogramas eran frescura europea. Una frescura que en Texas, en cambio, se consideró calor infernal, un calor tan eróticamente demoníaco que los negros tenían la película específicamente prohibida no fuera que se excitaran más de la cuenta… (De España, mejor no hablar. No se estrenó haata 1971, 15 años después de que en el resto del mundo se hubiera convertido en un clásico).
Era normal en cierta medida. Cuando ella se desnudó por primera vez delante de una cámara, cuando dejó que su vientre liso y sus caderas se movieran al ritmo de la música al tiempo que su pelo rubio más despeinado que nunca se le quedara prendado al carmín de aquellos labios prominentes, el planeta se volvió literalmente loco. Ni lacas, ni corsés, ni vestidos entallados, ni altos tacones ni falsos lunares, ni Marilyn, ni Ava, ni Rita… Brigitte Bardot con sus bailarinas, su pelo suelto mal cortado, sus pantalones Capri, sus camisetas Navy se adelantaba cinco años a la Lolita de Nabokov para demostrar que comenzaba la Era de las adolescentes, que éstas tendrían algún día el poder (alguien dijo millenials?) y que solo batiendo las pestañas podían dominar a los hombres mejor que la peor de las femme fatale. ¿Qué importaban aquellos que iban en contra? Políticos conservadores, agencias defensoras de la moralidad, periódicos del sistema, iglesias e incluso señoras como Dios manda. De nada valía su ferocidad para combatir el fenómeno. Los hombres soñaban ya con el cambio. El cine les había descubierto una nueva mujer y nada volvería a ser igual. Nada. Solo quedaba rendirse a la evidencia. ¿Quién era ella?

Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó
Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó

Briggite Bardot. Con solo 22 años era un mito sexual y eso significaba un cambio de ciclo. De sociedad. ¿Para qué resistirse a un pecado tan apetecible?

Cuando ella se desnudó por primera vez delante de una cámara, el planeta se volvió literalmente loco.

No, no es una exageración. Simone de Beauvoir, sí, la mujer de Camus, respondió a los censores burgueses definiéndola como “la locomotora de la historia de las mujeres”. Porque, como El extranjero, que escribió su marido, BB vivía el mundo a través de sus sentidos, y lo más extraordinario de todo era ver como ella, la hija de una familia acomodada, media y burguesa de la Francia interior, se liberara brutalmente de todo tipo de convencionalismo. Y siempre a las claras, de manera transparente, sin engañar a nadie ni a sí misma. “Su forma de entender la libertad– decía a Beauvoir – es existencial” (cómo no. Aunque tiempo después, la autora de El segundo sexo se dio cuenta de que BB fue “al mismo tiempo depredadora y víctima de sus depredadores”. Porque es cierto que Brigitte siempre despreció el maquillaje, las joyas o las alfombras rojas. Despreciaba el éxito y los llamados peajes del éxito. Y tanto amaba su libertad que nunca se ató a un hombre. Era un torbellino sensual y provocativo, vivía y amaba como nadie. Dicen que tuvo hasta cien amantes, y a todos los deseo con una intensidad incomparable. Disfrutó de su libertad sexual como pocas en su época. Exprimió cada segundo de romance, y aunque lo intentó cuatro veces, no fue ni buena esposa ni tampoco de su único hijo fue buena madre. Lo suyo no eran ni las convenciones ni las responsabilidades. Sufrió muchísimo y se intentó suicidar varias veces, la primera cuando tenía 26 años, ¿era ese el uso de la libertad que tanto fascinaba a los grandes intelectuales de la época? Ese es otro tema, ¿no? Lo cierto es que aquel cuerpo desnudo, el cuerpo de esta instantánea con Roger Vadim a sus pies, su entonces marido, y después de Jane Fonda y Catherine Deneuve, inspiró al escultor Alain Gourdon para el busto de Marianne, el símbolo nacional francés. Fue considerada la mujer más sexy del mundo por décadas y hoy, después de conocer en profundidad el alma humana o mejor la masculina, prefiere dar su vida por los animales. Es, como la llaman en el país vecino, La Stalin de los pajaritos.

Pero no nos adelantemos. Hablemos de la foto. Y para llegar a ella, a esta instantánea marcada por la polémica y las infidelidades, pasaron muchas cosas antes de que pasara a ser historia de una de las películas más escandalosas de la Idem. Brigitte tenía 22 años y había rodado 16 películas antes. Cintas y papeles sin la menor importancia, pero el escándalo ya le seguía como una estela blanca a un avión de pasajeros. Desde el mismo momento en que BB y su descubridor, marido, y director se conocieron. Ella tenía 15 años y él, 21. Ella quería ser bailarina aunque sus padres quisieran para ella un matrimonio y unos hijos con el médico del pueblo; él, un bohemio vividor con un guion debajo del brazo. Pero resulta que la niña nos había salido díscola, y por mediación de una amiga de una amiga de la madre –que se puede ser conservadora pero alardear de belleza de una hija- había posado para la revista Elle. Y las cosas de las películas, o mejor de la vida, que son más fantasiosas, Vadim la vió y se dijo: solo esta mujer puede ser mi protagonista. ¿Qué película era esa? Da igual. Nunca salió adelante. Pero ellos se enamoraron y comenzaron una relación tan tórrida como turbadora. Ella era menor. Y como si aquello fuera Esplendor en la hierba, los padres se opusieron, ellos se escapaban… y los nervios de la entonces niña provocaron el primer intento de suicidio de Brigitte. El susto llevó a la familia en pensar en la vicaría y cuando BB tenía 18 años, se casaron. Ignoraban ambos lo que esa unión reportaría a la Historia de la Humanidad… Quizás los primeros en descubrirlo serían los papparazzi que empezaron a perseguir aquella pareja tan joven y atractiva que de alguna manera desataba desórdenes psíquicos en sus cabezas. Paris Match dedicó a aquella boda 4 páginas cuando aún eran unos completos desconocidos.
Y cuatro años después, estallaría la bomba y el fenómeno que desencadenó hoy, en el mundo de las redes con la información entendida como fast food, es casi imposible de imaginar. Faltaba ese envite a la sociedad bien pensante. BB era muy guapa, sí, pero su fuerza estaba en su atractivo casi animal. Era un nuevo tipo femenino, inocente y al mismo tiempo sensual, con un punto salvaje y también tierno, pero sobre todo, libre. “Sigue sus instintos. Come cuando tiene hambre y hace el amor cuando le apetece dijo. Deseo y placer son para ella una certeza mayor que las reglas y los convencionalismos. No critica a nadie. Hace lo que le da la gana y por eso es tan turbadora”, decía Simone, que Albert Camus debía de asustarse ante tanta devoción.

Pero, qué cosas, cuando la película comienza a rodarse, el matrimonio ya había entrado en barrena. “Hacer el amor con Brigitte me excitaba cada vez menos. De golpe comprendí el significado de la expresión cumplir con los deberes maritales. La desgana no tenía excusa en mi caso, teniendo en cuenta que a los 21 años Brigitte estaba en la cumbre de su belleza. Cualquier hombre habría vendido su alma por ocupar mi lugar»”, contó Vadim más tarde. De hecho, hay dos versiones a la hora de contar cómo nació la idea de este filme. O quizás pudieran ser la misma. Vadim supo de la historia de una mujer que mantenía una relación a tres bandas con tres hermanos y comenzó a escribir. La otra que su mujer, BB, bailaba en la cama y sobre la pista de un restaurante cuando podía entre las notas de un guitarrista italiano y aquella aventura también le inspiró para escribir. Y por si fuera poco, el rodaje fue algo parecido a un infierno. BB, con aquellos nuevos encuadres y luces, no se veía guapa y menos tan destartalada y despeinada sin siquiera un retoque de maquillaje entre toma y toma. De echo, cuenta la leyenda que cuando vio los primeras secuencias del film era incapaz de de dejar de llorar porque solo pensaba en la venganza de su marido a través del objetivo de su cámara.

¿Se habría enterado de lo suyo con el italiano? ¿Y que su partenaire fuera Jean Louis Trintignan…? “¡Ese es un palurdo¡”, gritó la francesita a su marido cuando se enteró de a qué actor debería besar en la pantalla. Un palurdo con el que al final, tras unos ensayos de escena de cama… ocurrió lo que era de esperar. A Vadim la traición no le importó mucho… quería acabar el filme y punto. Ahora, Trintignan no sabemos si era un palurdo o no, pero sí un señor chapado a la antigua. BB tenía que dejar a su marido, era la única opción para él aunque estuvieran a medias de rodaje. Vamos, que la situación era insostenible. Y BB le hizo caso. Y como si fueran suecos, todo se resolvió con tranquilidad…. Lástima que Trintignan tuviera que irse poco después a hacer la mili y ella se encontrara con Gilbert Becaut….Exacto, el pobre hombre pasó a la historia. Y sí, esa también es otra historia. BB estaba convirtiéndose en la mujer más famosa del momento, todo lo demás daba igual. Hasta Charles De Gaulle tuvo que reconocerlo: Brigitte Bardot aporta más divisas a Francia que Renault”, dijo. O lo que es lo mismo, la chica recatada provinciana estaba comenzando a vivir una vida intensísima propia de una mentalidad muy adelantada a su época.

“No puedo vivir sin pasión”, explicaba y por sus sábanas pasaron, que se haya publicado, Jacques Charrier -con el que tuvo a su único hijo., Sacha Distel, Warren Beatty, Serge Gainsbourg, quien compuso una de las canciones de amor más bellas de la historia aunque la cantara con su segundo amor “L’amour moin non plus” o el multimillonario Gunter Sachs que aclaró “Un año con Brigitte Bardot equivale a diez con cualquier otra mujer”, poco después de separarse de ella y de regalarle un diamante valorado en más de un millón de euros por su amor… ¿Y qué pasó con su carrera? Llegaron muchas películas, ninguna como aquella, su sombra era demasiado alargada y que como la propia BB reconoció “Siempre fui una mala actriz”. Desde que se retiró en 1973, el mito sexual europeo ha vivido prácticamente recluida en su mansión de La Madrague, en Saint-Tropez, y se ha dedicado a luchar en defensa de los animales quizás porque se cansó el alma humana. “He sido muy feliz, muy rica, muy guapa, muy adulada, muy famosa y muy infeliz”.

La piedra angular en la que descansa el mito Brigitte Bardot. El filme proyectó mundialmente el nombre de la actriz como personaje mediático, versión “con ella llegó el escándalo” y Roger Vadim, su director, apuró hasta el máximo los límites de la censura de la época. Bardot se convierte en objeto de controversia y adoración a partes iguales. Se había ganado la partida a una Francia pudorosa que se disponía a exportar la nueva estrella libertina, juvenil y sin complejos. Los franceses ya contaban con otro icono después de La Torre Eiffel y el General De Gaulle. Desde entonces, el modelo de belleza femenina que encarna ha sido imitado por la moda, la publicidad y la música.

Brigitte Bardot tarjeta postal de los años sesenta Foto Sam Levin

Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó
Cuando Dios creó a Brigitte Bardot y el cine la desnudó

Bardot forja el mito erótico de la mujer-niña, el erotismo Sex-kitten y las jóvenes de todo el mundo imitan su melena al viento, su labios-morritos-rouge y sus ojos perfilados de negro carbón. Un estilo que no era otro que el de una mujer libre, que dejaba la virtud guardada en el armario y encontraba en las arenas de Saint-Trópez, el paraíso perdido, sexo, bikini y cha-cha-cha. Y que a pesar de esa imagen de hedonismo y superficialidad, seguía creyendo en el misterio del amor: “Cada vez que me enamoro creo que será para siempre” dejaba dicho a modo de sentencia.

Mientras el estilo BB se extiende desde las zapatillas bailarinas Repetto a las faldas de Vichy, la pantalla comienza a nutrirse con una nueva ola de jóvenes aspirantes a estrellas oxigenadas que repiten el modelo BB. Roger Vadim, que para algo había estado su fabricante y exportador, intenta repetir la fórmula, sin éxito, en la figura de Annette Stroyberg y prolongarla con Catherine Deneuve y Jane Fonda, pero las voluntarias acaban rebelándose .

De la misma Francia, actrices como Mylene Demongeot o Mireille Darc afloran como esa cara b del mito que separa cruelmente el original de la copia. Al otro lado del Atlántico, desde Hollywood, mientras arrecian los cantos de sirena sobre la estrella francesa, una espumosa Ann-Margret, versión pelirroja, emerge como Miss Sex kitten capaz de robarle todos los planos al mismísimo Elvis Presley en Viva las Vegas con sus movimientos de cadera rugiendo como un motor de la Fórmula 1.

El mito BB acabará contaminando hasta la virginidad formal de un icono como la muñeca Barbie que adopta su famosa cabellera como signo de los nuevos tiempos. Para entonces, BB, ya ha merecido las atenciones de una escritora intelectual como Simone de Beauvoir y la puesta a punto de su “choucroute” capilar se sigue desde todos los observatorios mediáticos y salones de peluquería con la misma atención que la muerte del Papa Juan XXIII o el lanzamiento del cohete Sputnik al espacio. Bardot reafirma el mito de la mujer-niña y las nuevas lolitas se pasean triunfalmente por la pantalla. Catherine Spaak sube la temperatura ambiental en la Italia del boom económico y Stefania Sandrelli, en versión latina, se constituye en el deseo prohibido del macho meridional.

Los sucedáneos BB se multiplican rapidamente. En Alemania, Elker Sommer, Suecia, Britt Ekland, Inglaterra, Carol White, y hasta detrás del Telón de Acero, Olinka Berova, aunque ya con las formas algo musculadas que imponen las mujeres prehistóricas como Raquel Welch o diosas inmortales, Ursula Andress. La aportación española a la causa BB recaerá en una efervescente Marisol, libre ya del corsé infantil, y mito erótico del tardofranquismo. O en versión más cartoon, la última señora de Xavier Cugat, Charo Baeza, La Chica Cuchi-Cuchi, capaz de mover las tetas y tocar la guitarra clásica para asombro de turistas de Las Vegas.

Los encantos de la estrella francesa, el triunvirato juventud, seducción y libertad, también se dejaron escuchar en el microsurco.Nancy Sinatra, después de someter a sus cabellos a una sesión de oxigenamiento forzoso, recoge el estilo BB y se pasea en botas y minifalda con el permiso de Papá Sinatra. No será la única referencia. En dúo con Lee Hazlewood replicaban-véase Some Velvet Morning-la épica romántica de la pareja Bardot-Gainsbourg de Bonnie and Clyde.

Tendría que llegar el káiser Lagerfeld y los hedonistas años ochenta para el revival del neobardotismo. Lagerfeld ejerciendo sus dotes de pigmalion y agente publicitario inocula el virus BB en la modelo Claudia Schiffer- que junto con las campañas de la firma de vaqueros Guess- renace como heredera del mito-estilo BB en las pasarelas de Chanel. Hasta Elle McPherson no se pudo sustraer del poderoso reflejo de la luna BB y aparece en la portada de Playboy repitiendo la célebre fotografía de Jicky Dussart con la estrella en pantis y de piernas cruzadas. La misma fotografía que la colaboradora de Tele 5, Terelu Campos, ha dejado inmortalizada para el anuario del kitsch ibérico.

Instaurado el neobardotismo mientras su progenitora se dedicaba a la causa de los derechos de animales y alguna que otra salida de tono, temporada tras temporada la marca Bardot asoma el eye-line y la melena despreocupada en las páginas de las revistas de moda y campañas de publicidad. Fotógrafos, estilistas y directores de arte echan mano de la marca global BB como fuente eterna de juventud, sensualidad e inspiración. La Brigitte Bardot precursora del neo-hippie-chic de Saint-Trópez y la Bardot sixtie, minifalda y maxi-botas de Roger Vivier, como amazona de los años Swinging London; Bardot como esencia de lo parisino y joie de vivre en el cuerpo juvenil de la modelo bielorrusa Maryna Linchuck para el espot Miss Dior Chérie realizado por Sofia Coppola. En la banda sonora se puede escuchar Moi, je joue cantado por Brigitte Bardot.

Para el espot de Le Rouge de Chanel la creadora Bettina Rheims rinde tributo sin ningún complejo creativo a la película Le Mépris, el film que supuso el encuentro imposible entre el director Jean-Luc Godard y el mito BB. La modelo Julie Ordon es en esta ocasión la encargada de repetir la famosa escena de obertura del film en la que Bardot declamaba desnuda las partes de su cuerpo ante un enamorado Michel Piccoli. Para el espot del perfume Shalimar de Guerlain, Natalia Vodanova juega por su parte con ese atrezzo tan querido por la estrella, sábanas, amantes y desnudez, mientras se escucha la elegía amorosa Initials BB escritas por Gainsbourg a raíz de su ruptura sentimental. El perfume de un mito que también se puede rastrear más allá del “rouge” de labios, en otro icono rebelde y de voltaje sexual, Kate Moss, lejos ya de aquella adolescente bulímica de las primeras campañas de Calvin Klein, y ahora con más carne que hueso.

A falta de un biopic sobre el fenómeno BB, la modelo Laetitia Casta se metió en la piel de la estrella para la película Gainsbourg (Vida de un héroe) de Joann Sfar y salió, a pesar de la prueba, bastante airosa de la inmersión. No nos podemos imaginar lo que hubiera sido, por poner un ejemplo, Pamela Anderson dando vida y otros destacados atributos físicos a la estrella mientras exclamaba aquello de Shebam! Pow! Blop! Wizz! de la canción Comic Strip. O sí, con dirección, en este caso a cargo de John Waters.

Entre las últimas candidatas al Gran Álbum Bardot señalemos a la modelo Lara Stone (en la foto), que cuando deja aparcado su lado más gótico, es capaz de ponerle cara y actitud al mito, en una campaña publicitaria para Gaultier o portada de la revista W. Otro tanto sucede con la cantante y otras cosas, Pixie Lott, que después de una sesión de estilismo, podría pasar entre las más jóvenes candidatas a la corona BB. O la modelo Anja Rubik para las campañas H&M. Hasta un producto made in Usa como Jennifer Aniston es capaz de transformarse y recoger algo del espíritu BB- dentro de sus posibilidades que no son muchas- para la portada de la revista Allure.

Ryle

De momento, del efecto Bardot nadie parecer estar a salvo. La nieta de Elvis Presley, Riley Keought, no ha dudado en aparecer en camiseta marinera y look BB para la revista Dazed and Confused y la reina Beyonce, antes de caer en las manos de Thierry Mugler, hacia otra tanto en el disco B’day. Hasta Kylie Minorgue reconocía su deuda con la estrella francesa como influencia carnal en su disco Body Language. Y apuntemos en la lista de las últimas –peroxidación aparte- a la colombiana Shakira que igual un día de estos nos aparece subida en una Harley-Davidson a ritmo de cumbia mientras Gerard Piqué declama las excelencias del amor físico. Y por tirar un poco para casa, un recuerdo para Patricia Conde y las tardes de aquel Se lo que hicisteis donde tributaba con su desparpajo, melena-choucroute y ojos carbón, homenaje televisivo y popular al mito BB. Aunque a lo mejor, ni lo sabía.