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Tras la llegada de las plataformas con Netflix a la cabeza, el mundo mágico del film de culto o la serie B casi ha desaparecido. En un sistema de búsqueda y de producción donde lo rápido y el olvido es la tónica, nada queda sellada o grabado para que el paso del tiempo lo recupere. Así que, si eres de los que echas de menos aquellas películas de acción de los 80s que no apuntaban a nada pero terminaban siendo conversación de patio de instituto y portada de estantería de videoclub, estás de enhorabuena porque en 2018, Rob Cohen realizó una película que casi nadie conoce y vista hoy es una joya del cine de acción y catástrofe que todo amante de lo B debe ver.

No estamos ante una obra maestra del género de la acción o el disaster, eso que venga por delante, estamos ante una joya a reivindicar dentro del cine B. Operación: Huracán es una película extraña que mezcla a partes iguales, el cine de robos, la acción y el disaster movie o cine de catástrofes. No tiene un gran reparto ni tiene una gran guión donde triunfen los personajes o los diálogos, no, Operación Huracan triunfa por su dirección, montaje y diseño de producción.

El film está filmado como los ángeles, puro, directo y con un poder visual tan redondo que te atrapa por el mero apartado visual, la acción está filmada con una destreza heredada de otros tiempos, olvidaros de parafernalias narcisistas de planos secuencias digitales, aquí la acción se filma con un pulso y un estilo mimético al estilo Bigelow y similares, no hay saltos mágicos, ni persecuciones superheróicas, la acción es terrenal y por tanto emotiva, es un filme donde con dinero bien podría estar Mel Gibson encabezando el reparto. Pero no lo está, aquí tenemos actores de segunda fila o más bien de tercera pero no es un impedimiento, al revés casi, es más un atractivo que enfatiza aún más otros apartados del filme. Aquí ningún actor puedo exigir, minutos, primeros planos o un momento estrella, aquí son meros peones de la película que es la estrella.

Y luego tenemos un apartado técnico que es un prodigio para ser una película B de 2018, época donde el aquoso digital creaba esperpento visuales herederos del fan film, aquíu no, aquí lo presentado en pantalla es tangible, real y por tanto emotivo y así repito dos veces el término emoción que de eso trata el cine en cualquiera de sus géneros.

Seguramente la fotografía de Shelly Johnson sea una de las culpables de la que película se vea también y quizás el demerito de todo lo que se rueda ahora también tenga algo que ver al menos por comparación.

Lo mejor de todo es que la película se hunde en críticas de imbéciles modernos nacidos bajo el influjo estúpido de las series, las páginas de recopilación de votos de estos ignorantes, hunde y relega al olvida una obra que en otros tiempos llamaríamos de culto, por supuesto y repito, no es una obra de culto porque le faltan matices muy importantes para alcanzar ese título pero, es una de las mejores películas de acción de segunda estántería que se ha filmado en los últimos tiempos.