Ya dijimos en la crítica anterior (‘El Apostata’) que FF (Fraveau y Filoni) habían dejado claro que ‘The Mandalorian’ no es una serie al uso y va por libre tanto dentro del universo actual de Star Wars, como dentro del mundo de las series.
En The Mandalorian no hay un diseño de producción basado en alargar el tiempo a base de desarrollo de personajes y situaciones, en ‘The Mandalorian’ hay una aventura que contar y se usa el tiempo que necesite esa historia y un diseño de producción prácticamente cinematográfico, es decir, The Mandalorian no es una serie tal cual las conocemos, sino más bien minipelículas que funcionan de forma independiente y como hilo conductor de una historia principal.
Pues bien, el capítulo XVIII llamado ‘Las minas de Mandalore’ es más de lo mismo, una pequeña joyita fílmica de 45 minutos donde se dan cita los elementos habituales del universo fílmico de Star Wars y además, un poquito de terror.
Si en el capítulo anterior nos quejamos de algunos «fallos» en el diseño de producción o más bien en la fotografía, la cual ronroneaba demasiado con el fan filme al menos en la parte de Nevarro, aquí pasa todo lo contrario, de nuevo y parece ser que gracias al «Volumen» (mini plató digital de rodaje), el diseño de producción y la fotografía consiguen que nos sintamos como en cine en vez de como en televisión. Las texturas, la luz, el color y la rugosidad visual hacen que en todo momento sintamos que estamos ante una producción cinematográfica del universo creado por George Lucas, quién también aparece en este capítulo a modo de espectro jedi.
Este segundo capítulo de tercera temporada es una oda a la diversión, al espectáculo, a la tensión, a la sorpresa y ya de paso, un pequeño avance respecto a la historia principal. Pero es que hacemos hincapié que no le hace falta avanzar en la trama principal para tener valor, sentido y fuerza por si mismo.
Y de ese se trata este arte y espectáculo que es el cine, de dar al espectador emoción, entretenimiento o información, y en este caso de nuevo, FF han apostado por el entretenimiento de la mejor manera posible. Estamos pues ante un mini «Mandamorian contraacata», oscuro, directo, efectivo y con sorpresa final.
