Puntuación: ***
Visual: ***
Narrativo: ***

El cine de agentes secretos se ha convertido claramente en un subgénero propio. Antes estas películas eran ubicadas dentro del thriller o en territorio de la acción, pero, creo que ya se merecen una catalogación aparte. Son tantas y tantos los agentes secretos venidos del papel a la pantalla que ya sabemos exactamente ante que nos vamos a encontrar. James Bond, Ethan Hunt, Jason Bourne o este mismo Jack Reacher son criaturas nacidas de un mismo vientre creativo que cada una intenta tomar su propio camino filmico bajo unas mismas bases: la acción y el thriller donde antiguamente se les ubicaba.


Y Jack Reacher llega con un propósito claro, ser el agente sin glamour, un héroe de asfalto y local alejado de ese glamour que parecen tener sus alter ego. Aquí no hay bellas capitales del mundo por la que desfilar, no hay grandes equipos con los que trabajar y ni siquiera hay gran tecnología punta que usar. No hay coches, fiestas, rascacielos y posturitas ante la cámara. Aquí estamos ante un héroe más cercano al asfalto, un héroe modesto que solo invierte 60 millones en su producción, estamos valgan las distancias ante un ser más cercano a Harry el sucio que a 007. Y bajo esas cartas, Jack Reacher intenta buscar un hueco en un subgénero en el cual por cierto, su protagonista, es decir, Tom Cruise ya es dueño de uno de los personajes más icónicos. Y aquí es donde el actor lucha por ser actor y es que, el mayor logro que tiene Jack Reacher por delante es no ser confundido con su colega de Misión imposible. Y sinceramente lo consigue. 
Cruise como le ha pasado a gente como Robert DeNiro es ya un caricatura de si mismo que un actor en plena dedicación, pero, aún asi ambos demuestran que en su día fueron grandes talentos interpretativos y nos dejan pinceladas de ello. En el caso de Cruise las suficientes para poder dejarnos dos personajes distintos dentro de un mismo rostro y mismo arquetípo de film. Hunt y Reacher comparten rostro, pero el actor es capaz de conseguir que nos olvidemos de uno viendo al otro.

Jack Reacher conserva los maquiavélicos giros plasmados por Child (su autor) en los libros, puro western devenido en serie negra. Si en Zona Peligrosa, la muy bien pautada pero todavía candorosa primera entrega escrita en primera persona, Reacher descubría la identidad del muerto forzando al lector a pasar páginas; y en la afinadísima Un disparo Reacher acudía para condenar al presunto culpable, no para liberarlo; en Nunca vuelvas atrás (la decimoctava de las novelas) todo versa, sin embargo, sobre la incapacidad de Reacher para echar raíces: su amante es precisamente la mujer que le sucedió en el cargo, y en medio de la persecución una demanda de paternidad le complicará aún más las cosas.
Si la primera Jack Reacher de Chris McQuarrie guiñaba un ojo a los thrillers más rudos de los setenta, un modo de adaptar las abruptas y breves y rítmicas frases de la prosa de Child, el de Edward Zwick parece un clásico y aseado thriller de Paramount de los noventa con un ritmo trepidante y contemporáneo, lo cual tampoco es necesariamente malo.
Cuando el realizador de El último samurai se ciñe a la acción es cuando el filme funciona, y la verdad, no lo hace mal.  Así, el filme, conjuga bien sus intereses con ciertas tendencias actuales que podríamos tachar de políticamente correctas, pero que en todo caso se combinan bien con el macarrismo del personaje.
Por lo tanto un agente secreto que no destaca, pero que tampoco molesta.
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