Crítica de Underwater
Abyssus cinematográfico: crítica reflexiva de Underwater y su lugar en el género del terror submarino
La película Underwater (William Eubank, 2020) nos sumerge en las profundidades del cine de terror y ciencia ficción, explorando un escenario tan claustrofóbico como insondable: el fondo marino cercano a la Fosa de las Marianas. En una narrativa que toma prestadas las claves estéticas y conceptuales de referentes insoslayables como Alien (Ridley Scott, 1979) o los horrores cósmicos de H.P. Lovecraft, Underwater se presenta como un ejercicio de género que, si bien no alcanza las alturas de sus influencias, ofrece al espectador una experiencia visceral y opresiva.
Desde su inicio, la película elude cualquier introducción convencional y nos arroja directamente al epicentro del conflicto: una plataforma de perforación submarina, a más de once mil metros de profundidad, se ve sacudida por una serie de catástrofes que desatan el caos entre la tripulación. La protagonista, Norah (Kristen Stewart), emerge como una figura de resiliencia en medio de la devastación, mientras ella y sus compañeros enfrentan no solo el colapso estructural, sino una amenaza desconocida y letal que acecha en las sombras acuáticas.
El poder de lo simple: el miedo al abismo
La sencillez narrativa de Underwater no debe confundirse con pobreza creativa. Su fortaleza reside en la atmósfera y en la construcción del miedo a lo desconocido, amplificado por la presión abrumadora de las profundidades marinas. William Eubank aprovecha con destreza los elementos visuales y sonoros para crear una sensación constante de opresión: la oscuridad impenetrable del océano, el sonido angustiante de las estructuras metálicas cediendo y la amenaza latente de monstruos cuyo diseño parece beber directamente del imaginario de H.R. Giger y los horrores lovecraftianos.
La referencia a Alien no se oculta, sino que se despliega con una clara reverencia. Norah, en su indumentaria y actitud, remite inevitablemente a Ellen Ripley, la heroína inmortalizada por Sigourney Weaver. Stewart cumple su papel con sobriedad y determinación, aunque su interpretación carece de la profundidad emocional que podría haber elevado la experiencia del espectador. El resto del elenco, encabezado por Vincent Cassel, cumple funciones arquetípicas dentro de la narrativa: el capitán estoico, el alivio cómico, el técnico inseguro. Estos personajes, aunque funcionales, quedan relegados a simples piezas en un tablero donde la verdadera protagonista es la atmósfera. Crítica de Underwater
Entre influencias y ausencias
Si bien Underwater logra capturar la esencia del terror submarino, sufre de ciertas carencias en el desarrollo de personajes y trama. Hilos narrativos, como el trauma personal de Norah o referencias ambiguas a un pasado oscuro en la plataforma, son apenas esbozados y nunca alcanzan una resolución significativa. Este vacío narrativo se percibe como una oportunidad perdida para dotar al relato de mayor profundidad simbólica y emocional.
La película insinúa también cuestiones más amplias sobre la explotación de recursos naturales y los peligros inherentes a desafiar lo desconocido, pero estas reflexiones quedan en un segundo plano. En este sentido, Underwater recuerda a otras producciones como The Abyss (James Cameron, 1989) o Deep Blue Sea (Renny Harlin, 1999), aunque sin la complejidad temática de la primera ni el desenfado entretenido de la segunda.
Un homenaje que no trasciende
Underwater es, en última instancia, una obra que respira a través de su estética y su atmósfera, pero que falla en dejar una huella indeleble. Si bien el diseño de producción es notable y las secuencias de acción están ejecutadas con pulso firme, la película carece de la innovación necesaria para destacarse en un género saturado de referentes icónicos. Sus monstruos, aunque visualmente impactantes, no logran generar el terror profundo y visceral que sí lograron los xenomorfos de Giger o los indescriptibles horrores cósmicos de Lovecraft. Crítica de Underwater
Conclusión: un descenso imperfecto
Underwater no pretende reinventar el género, y quizá ahí radica su mayor virtud y su mayor defecto. Es una experiencia que, si bien resulta efectiva en su construcción de tensión y claustrofobia, no logra trascender las convenciones de sus influencias. Para los amantes del cine de terror submarino, ofrece un viaje tenso y entretenido; para los más exigentes, se sentirá como una oportunidad desperdiciada. En cualquier caso, el descenso a las profundidades que propone Eubank nos recuerda que, incluso en el abismo más oscuro, el cine sigue encontrando formas de explorar los miedos primigenios que habitan en nosotros.
Crítica de Underwater
Calificación: 6.0/10