Puntuación: ***
Visual: ***
Narrativa: **
Aún recuerdo cuando a finales de los 80 leía historias sobre Paul Newman o Steve McQueen. Para mi eran nombres de otro tiempo, héroes e historia de nuestros padres que alababan como parte y acompañantes de su pasado. Ahora, para muchos jóvenes ocurre lo mismo con Mel Gibson, es un eco de otra era que escuchan de los labios de nosotros, los ahora padres que siempre tuvimos a Gibson como nuestro héroe o al menos uno de ellos. Y es que Gibson siempre será Martin Riggs y la única razón real para encontrarle un fallo al nuevo Mad Max.
Y aquí estamos ahora, en pleno 2016 con un film de acción made in los 80, algo que ya de por sí, desvirtúa nuestra análisis al dejarnos llevar por recuerdos del pasado, así que vamos a empezar por lo flojo y ya entraremos en trance para el final.
Si alguien busca un guión al que sacarle partido este no es su film. Aquí van a lo seguro, a lo mil veces visto y es que En ‘Blood Father’ se unen dos temas ya muy desgastadas. Por un lado tenemos a un padre volviendo a conectar con su hija tras varios años alejada de ella y por otro a un antiguo criminal reformado al que no le queda otra que volver a echar mano de sus habilidades especiales si quiere seguir con vida. Como veis, Peter Craig y Andrea Berloff, los autores del libreto no se han escurrido mucho la inventiva para sorprendernos con algo novedoso. Pero creemos seriamente que ellos sabían que esto no era un problema gordo por una única razón, la personalidad del héroe a construir.
Estamos hablando de un héroe deconstruído por el paso del tiempo que el destino se encarga de traerlo de nuevo a nuestras vidas y estamos hablando no solo de Link, el personaje que interpreta el actor, sino del propio Mel Gibson, verdadero protagonista y responsable de ‘Blood Father’ capaz de servir de eco real de la ficción.
Además, cuando hablamos de Mel Gibson, no podemos únicamente centrarnos en su presencia como actor y es que, que a ningún joven se le escape que este señor es el autor tras la cámara de Braveheart o La Pasión de Cristo, por lo que su presencia en los rodajes va más allá de aceptar órdenes de cualquier operador de cámara o director, o al menos, eso creemos nosotros.
Por eso, hay detalles a tener en cuenta, como el esmerado y adecuado diseño de producción y el más que digno trabajo de puesta en escena de Jean-François Richet, que sin Mel Gibson en el plató, creemos no hubiese sido igual de eficiente.
Echando mano tanto de carisma como de talento, Gibson sostiene la película tanto cuando tiene que recitar unos diálogos un tanto monótonos como cuando tiene que sacar a escena el lado más físico de su personaje y eso demuestra su implicación en lo que aparenta ser una obra menor pero que quizás para el actor, haya sido algo más.
Más allá de eso, ‘Blood Father’ nunca llega a destacar en nada de lo que se propone, dejando la sensación de que algunos temas se solucionan con demasiada facilidad y que otros carecen del trasfondo necesario para que no sean más que un simple elemento de fondo.
En definitiva, ‘Blood Father’ tiene dos formas de ser visionada, una por los nóveles que no conocen al actor para los cuales, la película pasará sin pena ni gloria, otra, para los amantes del cine de los 80 para los cuales, esta es una preciosa carta de regreso de una leyenda que nunca se debió ir. (Y así \’Mad Max: Furia en la carretera\’ hubiese mucho más de lo grande que ya es)
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