Cada vez que uno hace el sacrificio de ver alguna novedad de Netflix, ya sabe que va a encontrarse con un telefilme o un directo a video de esos que aborreces más que amas así que, cuando a la media hora de darle play te das cuenta que el director no mueve la cámara como si tuviese parkinson, que los personajes no están sacados de Disney Channel o que incluso las escenas de acción tienen un mínimo de planificación visual y son un montaje histriónico de Youtube, lo único que puede hacer es alegrarse y eso me ha ocurrido con ‘Turno de día’.
El filme es una enésima versión más del mundo de los vámpiros a los que se le aporta alguna pequeña variedad a las especies vampíricas, y una trama con flecos claros de franquicia, con un elenco de personajes dispar de esos ideados para crear una especie de «Vengadores» vámpíricos. Por supuesto por el lado de los villanos solo se muestra un pequeño pico de un gran mundo de vampiros preparados para dominar el mundo.
Por supuesto la mayoría de los protas son negros para que Netflix demuestre al mundo que es muy muy buena y cree en la igualdad de etnias (excepto a la hora del reparto de beneficios donde seguro que el 99% de los accionistas deben ser blancos y algunos hasta con gorro). Pero este es otro cantar que ni nos va ni nos viene, el tema es que película recuerda a ese grupo de obras de los 80s tipo ‘Noche de Miedo’ y no porque la estética sea ochentera, que no lo es, o porque el poster sea ochentero que sí lo es, recuerda a ese grupo de obras en el sentido de ser esa típica producción de serie B de la que no se esperaba mucho pero que terminaban siendo un gran entretenimiento y una más que correcta aportación al género en términos de factura visual e incluso narrativa.
Así que lo dicho, una sorpresas dentro del anodíno mundo de Netflix.