Venía de descansar con la película LOS JUECES DE LA LEY, había conseguido una obra maestra con MANOS SUCIAS SOBRE LA CIUDAD, tenía al público en el bolsillo con ATMÓSFERA CERO, había coqueteado con los Oscar mediante LA CALLE DEL ADIÓS y, había molestado y alterado al planeta con CAPRICORNIO UNO. En todo este tiempo Peter Hyams seguía siendo un nombre de segundo escalón, no comía en la mesa de Scorsese, Coppola, DePalma, Lucas o Spielberg pero, él era distinto era de otra pasta y poseía otros arrojos y de ahí que Peter Hyams decidiera primero tomar el mayor riesgo de la historia de un director de cine y segundo, cerrar su primera etapa como cineasta. 2010: ODISEA DOS era el final de la primera época de Hyams y el inicio de su vulgarización.
LA ENORME SOMBRA DE STANLEY KUBRICK Y SU PEQUEÑO MONOLITO
Nadie sabrá por qué Peter Hyams decidió tomar aquel tren, pero desde luego que todos tenían claro que no iba a ser un viaje con final feliz. El director de CAPRICORNIO UNO decidió producir, fotografiar, escribir y dirigir una secuela de la película más famosa, venerada y estudiada de la historia del cine, al menos en aquellos años 70 y 80, es decir, la obra cumbre de Stanley Kubrick y la película que alteró a toda la generación de nuevos cineastas de los 70s.
Esta película era la piedra filosofal de aquel nuevo Hollywood, un totem tan enigmático y grandioso como el monolito que se mostraba en el filme. Encontrar o descifrar su secreto era como conseguir la fórmula de la sabiduría fílmica. El que encontrase el secreto que Kubrick guardó en aquella película y en aquel monolito sería el hombre que dominaría el cine.
Pero a Peter Hyams no le importaba ninguna fórmula de conocimiento y decidió no descifrar nada sino crear un monolito propio mucho más grande y enorme destinado al público de a pie de calle que por supuesto, enfureció a toda la planta noble del Hollywood más elitista. Cineastas y críticos sacarón lanzas y espadas, se colocarón petones y montaron en sus corceles blancos para embestir ese monolito que prentendía aterrizar en la platea del populacho y encima más grande que el monolito que había sido concebido y creado solo para ellos.
Nunca supimos que era exactamente el pequeño monolito de la película de Stanley Kubrick, mil teorías se vertieron sobre él en cambio, enseguida supimos que era el enorme monolito que se mostró en 2010: ODISEA DOS. Ya hemos dicho que Peter Hyams nunca tuvo el respeto que tuvieron sus coetáneos más admirados y es cierto que no tenía los conocimientos del séptimo arte que tenía Martin Scorsese, ni la pericia técnica de Brian de Palma, ni la megalomía de Francis Ford Coppola o George Lucas ni por supuesto el don natural para crear imágenes en movimiento que poseía el superdotado Steven Spielberg, pero, Peter Hyams tenía cualidades suficientes para pertenecer a ese club o al menos eso creía él y la secuela de la obra cumbre de Stanley Kubrick debía ser la puerta definitiva que le abriese el salón de la fama y le situase en la elite del cine americano.
EL FIN DE LOS DIAS
Pero no fue así claro está, no se abrió ninguna puerta sino todo lo contrario, 2010: ODISEA DOS no fue bien recibida por la crítica y se trató como un mal chiste ideado para los pobres culturales, para el populacho y de ahí que Peter Hyams no volvió a ser el mismo. Desde esta película el cineasta decidió ser un peón más de la industria y no volvió a tener proyectos propios de envergadura si no que más bien, sería un trabajador a nómina de Hollywood con algún chispazo fugaz del Peter Hyams original. Incluso está segunda etapa de menos calidad fílmica le hizo ser más popular entre el gran público e incluso llego a tener algún bombazo en taquilla como la película EL FIN DE LOS DIAS que relanzó a Arnold Schwarzenegger. Pero todo quedó en eso, cine de acción o thrillers de muy buena factura pero de poco peso para la crítica.
DESCIFRANDO EL GRAN MONOLITO
¿Pero que significa 2010: ODISEA DOS en términos fílmicos? Pues siendo honestos y no descubriendo la polvora claro está, 2010: ODISEA DOS queda muy lejos en términos cinematográficos de la película original, eso es un hecho contrastado y que el propio Peter Hyams sabía que iba a ocurrir desde el inicio. De hecho, la elipsis temporal del hueso prehistórico que daba paso a la nave espacial pasando así miles de años en la obra de Stanley Kubrick, era una prueba de fuego para ver por donde quería ir Peter Hyams y es donde vemos que nadie quería competir con la obra de culto. En 2010 la secuencia es muy modesta, un simple paso de la habitación del hijo del protagonista mientras descansa, da paso al padre levantándose de la capsula de hibernación ya en el espacio, un montaje sencillo tanto en términos visuales como narrativos lo que confirma que Peter Hyams nunca buscó pretenciosidad ni efectismo sino únicamente seguir contando aquella historia original que nadie entendió y que gracias a Peter Hyams o al menos gracias a su atrevimiento, ahora todos entendemos.
Porque de eso trata esta película, de hacer legible la original, el gran monolito que se nos presenta aquí es la Piedra Rosetta que nos permite a todos entender la historia original, es como que 2010 fue concebida como mera hoja de instrucciones para poder disfrutar de la original sin complejo alguno.
Pero que tampoco nadie se lleve a engaños, Peter Hyams no es Stanley Kubrick ni Steven Spielberg, pero era un genio también, vulgar sí, pero genio. Sus películas siempre sorprenden, poseen escenas admirables y momentos de alto peso cinematográfico lo que convierte a esta película en obra imprescindible para todo aquel que ame el cine. Las películas de esta su primera etapa nunca llegaron al 10 excepto quizás la primera de todas, MANOS SUCIAS SOBRE LA CIUDAD, pero, todas fueran notable porque Peter Hyams siempre fue un muy notable director con destellos de genio sobresaliente.