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Peter Weir y Joe Dante son dos figuras únicas e influyentes en la historia del cine, cada uno con una visión particular que ha dejado una huella imborrable en la forma de contar historias. Ethan Hawke los considera sus verdaderos maestros, destacando el profundo impacto que han tenido en su vida y carrera.

Joe Dante, con su fascinación por el arte sin distinciones, le enseñó a Hawke una lección clave: no existe una barrera entre el arte elevado y el popular. Dante admira por igual los cómics, las novelas pulp y las obras de directores como Bergman. Su pasión por el cine es contagiosa, y Hawke recuerda cómo, de joven, Dante hablaba de películas de terror con la misma profundidad con la que analizaba la historia y la política. Por ejemplo, podía mostrarte una película de monstruos y explicarte cómo era una metáfora de la guerra de Vietnam, cambiando así por completo la manera en que se percibía el cine. Para Dante, lo importante es la dedicación y el esfuerzo que alguien haya puesto en cualquier obra, sin importar su género o su clasificación.

Peter Weir, en cambio, ofrecía una visión más espiritual del cine. Para Weir, el cine no es solo una forma de entretenimiento, sino una ventana a un universo más amplio y profundo. Tiene un ethos único, una forma de ver el mundo que trasciende lo cotidiano y que despierta en Hawke una gran admiración. Weir, conocido por películas icónicas como El club de los poetas muertos, aporta una perspectiva excitante, una conexión casi mística con las historias que cuenta. Su enfoque espiritual y su capacidad para explorar la condición humana hicieron que Hawke lo viera como una figura decisiva en su formación.

Estas dos formas de vivir el cine —la joie de vivre apasionada y ecléctica de Dante, y el ethos espiritual de Weir— se convirtieron en pilares fundamentales para Hawke. Ambos directores influyeron no solo en su manera de actuar, sino en su forma de ver el cine y la vida misma, brindándole herramientas para entender que, más allá de las técnicas, el cine es una experiencia viva, capaz de reflejar las más variadas facetas de la humanidad.