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Sirva de aviso que por norma general la palabra fracaso no suele llevar connotaciones positivas y sobre todo en terrenos cinematográficos de hecho, el enorme fracaso en taquilla de ‘Babylon’ ya de por si lleva implicita una derrota más de las salas de cine frente al streaming, algo que por supuesto no es bueno para el viejo séptimo arte. Muchas voces ya claman que si el filme hubiese pasado a streaming de salida, sus horas de visionado (nueva forma de medir el éxito) hubiesen sido enormes, algo que no ha ocurrido con el número de espectadores en salas, el cual ha sido desértico. Pero superada esta crisis, hay que buscar algo beneficioso en este fracaso y es, la forma de rodar cine.

BASTA YA

Si uno dentro de x años visiese esta película borrando el rostro de los actores, es decir, solo por sus imágenes y sonido, sabría de forma automática que fue rodada entre 2015 y como mínimo 2023. O lo que es lo mismo, posee una estética fílmica muy concreta. Y eso no sería problema al no ser que esa forma concreta de filmar alaba (o en este caso defenestra) a su director y no a su historia. Cuando uno ve ‘Babylon’ enseguida sabe ante que se encuentra, ante un ejercicio de egolatría moderna que destroza todo lo que se pretende contar. Solo la orgía inicial que dura casi 40 minutos, ya nos está diciendo que ese fino y enérgico Damian Chazelle de ‘La La Land’ y ‘Wiplash’ ha sido devorado por si mismo. Desnudos, mierda de elefante lloviendo sobre personas, montañas de cocaina, pastillas y alcohol, sexo explicito, sangre, sobredosis, enanos, gordos, muertes y una cámara danzando por un enorme escenario para decir aquí estoy yo. Una vez pasado ese inicio que podría haber agitado y emocionado a los adolescentes de hace 3 décadas, nos llega el baile de virajes de cámara y sónidos exclamativos y silencios contemplativos que sirven para rellenar la nada.

Y es que ir de Scorsese está muy bien, ir de Tarantino está muy bien, ir de Tony Scott está también muy bien, pero ir de Chazelle o de cualquier otro director actual yendo de otra cosa parece que no está tan bien. Y cierto es que esta nueva forma de rodar nacido bajo la libertad que da el formato digital es muy cool, aunque hay que decirle al digital y a los nuevos directores que ya nunca será igual un plano secuencia a día de hoy, que lo que fue en su época; o no es lo mismo un travelling vertiginoso a día de hoy que cuando se filmaban atando cámaras a sillas de ruedas, no es lo mismo una alien madre mecánica de 1986 que una alien madre cgi de 2023.

Lo que quiero decir es que las vaciladas visuales técnicas ya no impactan en el espectador de ahora como lo hacían en los del siglo XX, sencillamente porque no tiene el mismo valor levantar un edificio a mano de 10 plantas en el siglo II A.C, que hacerlo hoy dia a base de gruas. Y esto no quiere decir que los nuevos directores deben limitarse a dejar la cámara fija y ya está, no, lo que quiero decir es que como siempre ocurrió, las vaciladas técnicas no deben ser el motor que mueva una historia, los estilos visuales no deben ser el motor que muevan una historia, y el ‘querer ser’ no debe ser el motor que mueva una historia.

Y es por eso por lo que creo que el fracaso de ‘Babylon’ puede venirle muy bien al cine, de alguna manera el público ha dicho basta ya. Para ver a Coppola revolucionando la forma de rodar tengo ‘Corazanada’, Para ver a Scorsese alterando el planeta cine y montando a ritmo de rock & roll tengo ‘Uno de los nuestros’, para ver montañas de coca y provocación tengo a De Palma y para ver diálogos formando meandros tengo a Tarantino en cualquiera de sus películas.

Así que lo próximo de Chazelle queremos que tenga mucho de Chazelle y poco de voy a ser ‘El Rey del mundo’.

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