Bo Gritz: la leyenda del soldado que inspiró a Rambo y su tumultuoso destino
Se cumplen cuatro décadas del estreno de Rambo: Acorralado, parte II, una obra que consolidó la figura del guerrero invencible en la cultura popular. Sin embargo, detrás de la mitología cinematográfica yace la vida real de un hombre: James Gordon “Bo” Gritz, ex boina verde cuyas hazañas en el sudeste asiático sirvieron de inspiración para el icónico personaje encarnado por Sylvester Stallone. Tras su regreso a Estados Unidos en 1979, su vida tomó un giro dramático, marcada por la controversia, la inestabilidad mental y la radicalización política.
El ascenso de un héroe de guerra
Apodado en los años 80 como The Real Rambo, Gritz fue condecorado con 26 medallas del aire, cuatro estrellas de bronce, tres estrellas de plata y dos corazones púrpura, un testimonio de su destreza en combate. No obstante, al regresar del frente, su narrativa comenzó a tornarse oscura: alardeaba de haber eliminado a más de 400 enemigos y se convirtió en una figura incómoda para la sociedad estadounidense.

A pesar de ello, su experiencia bélica despertó el interés de Hollywood. Fue consultor en Apocalypse Now (1979), donde asesoró a Francis Ford Coppola en la construcción del personaje del coronel Kurtz, interpretado por Marlon Brando. Su carismática presencia y relatos de guerra lo acercaron a Clint Eastwood y sirvieron de inspiración para George Peppard en su papel en El equipo A.
El estreno de Rambo: Acorralado, parte II terminó por cimentar su legado en la gran pantalla. Las semejanzas entre las aventuras de John Rambo y las expediciones de Gritz en el sudeste asiático son innegables, tanto en los guiones como en la biografía del militar. La década de los 80 reveló, sin embargo, el lado más perturbador de su historia: al igual que muchos veteranos, la guerra dejó en él cicatrices psicológicas irreversibles.
Entre la conspiración y la radicalización
Gritz intentó convencer al gobierno de Ronald Reagan de que marines estadounidenses seguían cautivos en manos comunistas, lo que lo llevó a emprender misiones fallidas en busca de pruebas. En su incesante cruzada, terminó alineándose con grupos extremistas: entrenó a muyahidines afganos para combatir a los soviéticos, se asoció con el Ku Klux Klan y se postuló a la presidencia de los Estados Unidos en 1988 bajo el lema God, Guns and Gritz (Dios, pistolas y Gritz). También promovió programas paramilitares en los que impartía entrenamiento en el uso de armas.
Un desenlace trágico
Si en el campo de batalla su voluntad fue inquebrantable, en su vida personal el fracaso se convirtió en una constante. Tras cuatro matrimonios y el nacimiento de cuatro hijos, su estabilidad emocional se desmoronó. En 1998, tras divorciarse por cuarta vez, intentó quitarse la vida.
A pesar de sus múltiples crisis, logró rehacer su vida en los años siguientes. Se casó en dos ocasiones más y en la actualidad, a sus 85 años, lleva una existencia alejada del bullicio mediático en un rancho, sumido en la sombra de su propio mito.