La llegada de Marte de Ridley y la muy próxima continuación de uno de los mitos del cine, nos obliga a desempolvar y volver a reanalizar el fenómeno de una de las cintas claves de la ciencia ficción, hablamos claro de esta de Blade Runner. De este modo, su filosofía, el contexto histórico, las influencias posteriores, anécdotas y el paralelismo de la obra con la sociedad actual, vuelve a ponerse en la palestra una vez más.
En los comienzos del siglo XXI, la Tyrell Corporation desarrolla un tipo de robot llamado Nexus -un ser prácticamente similar al hombre- a los que, coloquialmente, se les denominaba Replicantes. Los replicantes del modelo Nexus 6 eran superiores en fuerza y agilidad, así como en inteligencia, parecida los ingenieros que los crearon. En la conquista del espacio exterior, los replicantes fueron usados como esclavos, al ser simplemente engendros biomecánicos pero, después de la sangrienta rebelión de un equipo de combate de Nexus 6 en una colonia, dichos modelos fueron declarados proscritos en la Tierra bajo pena de muerte. Brigadas de policía especiales con el nombre de unidades Blade Runners tenían órdenes de disparar a matar al ver a uno de ellos.
Estamos en la ciudad de Los Ángeles, en Noviembre de 2019, un ex-Blade Runner llamado Rick Deckard es reclamado de su retiro cuando otro Blade Runner es asesinado por un replicante fugitivo mientras se sometía a un test Voight-Kampff (un test para detectar si se es o no un ser artificial). Deckard se encuentra con Bryant, su antiguo jefe, quien le informa de la reciente fuga de replicantes Nexus-6: Roy Batty, militar y jefe del grupo, Leon es un simple soldado, Zhora es una asesina que utiliza su sexualidad y belleza como arma principal y Pris cuyo modelo solo se dedica al negocio del ‘’placer’’; y también le es revelado que el modelo Nexus-6 tiene una vida limitada a cuatro años como un seguro para sus desarrollos emocionales. Para que Deckard cumpla con su trabajo, le es designado un compañero-vigilante llamado Gaff, un hombre muy callado pero muy astuto. Deckard, de este modo, decide visitar la Tyrell Corporation para comprobar que la prueba Voight-Kampff funciona con los modelos Nexus-6. Ahí descubre a Rachael, la joven secretaria del magnate informático Tyrell, que no es más que una replicante experimental, con recuerdos implantados que le permiten contar con una base emocional. Rachael, indignada pero a la vez, intrigada sobre su propia naturaleza, visita a Deckard en su apartamento para hacerle saber que ella es humana, pero huye llorando al darse cuenta de que sus recuerdos son artificiales. Mientras tanto, Deckard sigue a la caza de los replicantes, donde cada uno le pondrá en aprietos más de una vez y le harán reflexionar sobre lo que de verdad es importante en su vida. Así, empieza a enamorarse de Rachael y hará lo posible para que otros Blade Runners no la persigan, pues se ha fugado de la Tyrell Corporation.
En el acto final, cuando el protagonista se enfrenta a Roy, el último replicante, el cual acaba salvándole la vida, se sienta a explicar a Deckard cuáles fueron los mejores momentos de su corta e intensa vida, finalizando con: ‘’Es hora de morir\». Roy definitivamente muere por su obsolencia programada mientras que Deckard le mira en silencio, entendiendo que el replicante, en el final de su vida ha logrado saber lo que significan conceptos tan básicos como perdón y paz. Tras esto, regresa a su apartamento y allí encuentra a Rachael, aún viva. Mientras se van del lugar, el protagonista encuentra un origami (papiroflexia a modo oriental) que ha dejado Gaff, señalando con ello que les ha permitido escapar. Finalmente, los dos deciden huir e iniciar una nueva vida fuera de la gran urbe.
ANÁLISIS HISTÓRICO/CULTURAL DEL FILM
En este apartado describiremos las circunstancias históricas y culturales que rodearon el nacimiento del film, no obstante, dicho análisis se alejará un tanto de la realidad del momento en que se estrenó dicho relato, el año 1982, pues tal y como relataremos en las siguientes páginas, la película se ha convertido en un clásico atemporal gracias a su predicción del futuro en lo referente a los valores predominantes en la sociedad actual y, como mayor exponente del género de la ciencia ficción que es, cinéfilamente hablando y como consecuencia de lo anterior, se adelantó en su premisa al tiempo en que se proyectó, siendo incomprendida en su momento para, en la posterior década, convertirse en todo lo contrario, dando pie a todo tipo de reflexiones, ya sean filosóficas como sociales.
Sin más…
Corren los 80, y Hollywood vivía una segunda edad de oro tras el estancamiento de su cine en la era de los 70, gracias a las nuevas técnicas en lo referente a producción de efectos especiales (tanto por ordenador, como escenografía o incluso el maquillaje), así como toda una nueva cantera de autores que renovó el cine desde sus cimientos con ideas frescas, originales y personales, una generación que incluía nombres como Steven Spielberg, John Carpenter, George Lucas, Wes Craven o David Cronenberg, que dieron pie a la imaginación en su estado más puro, a la factibilidad de una ciencia ficción palpable y realista, con una base moral en sus guiones, dando una vuelta de tuerca a todo aquel cine social, político y crítico de entonces, pues la ciencia ficción es y era tan válida como cualquier otro discurso para describir la realidad.
En este contexto también surgió el cine como un negocio rentable y a la vez, masivo, cuyo objetivo era atraer jóvenes espectadores y revitalizar el target de la audiencia que visitaba las salas de proyección, ávidos en ver nuevos argumentos, así como todo un mercado de productos relacionado con dichas películas, entiéndase esto último como merchandising (cuyo principal impulsor de ello fue George Lucas por su revolucionaria Star Wars). Además de asistir a lo que veinte años antes parecía improbable y completamente imposible, y es que un actor llegase a ser presidente de los Estados Unidos. Estamos en plena era de Ronald Reagan, cuyo mandato perduró prácticamente toda la década, y supuso una dura pugna en la carrera tecnológica y armamentística para superar el bloque comunista (el cual ya daba sus últimos latigazos por entonces, hasta la caída del Muro de Berlín en 1989), una política que hizo estragos por su afán expansionista, una época que se denominó como ‘’La guerra de las galaxias’’ (en honor a la película donde, recordando su argumento, unos rebeldes luchaban contra todo un imperio), y que evidenciaba un mensaje futuro en el que el ser humano quedaría apabullado y bombardeado por la tecnología y los mass media, que hoy ya estamos viviendo.
Así, despuntaba un nombre como Ridley Scott, que venía de hacer otra grande de la sci-fi como fue Alien: el octavo pasajero. Tras este trabajo fue reclamado para otro film de ciencia ficción, Blade Runner (Dangerous Days llamada en un principio, en plena escritura de guión, lo que ya dejaba entrever sobre qué iba a tratar), el cual rechazó en un principio, pero que tras leer un borrador, aceptó sin dudarlo (y como causa para tal aceptación, tuvo que ver mucho el fallecimiento de uno de sus hermanos). El film, que se basaba en la homónima obra literaria de Philip K.Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, criticaba una sociedad utópica desvirtuada, en la que los valores que nos hacían humanos dejaban de existir y de tener un sentido, dejando paso a un mundo donde la mecanización, la industria, la contaminación, la globalización (cuyo término en el 82 todavía no existía como tal) y la pérdida de identidad cultural se hacía palpable, una sociedad donde todo estaba automatizado y el ser humano era reducido a mero objeto el cual, a su vez, buscaba la perfección en engendros mecánicos usados como mano de obra barata. La no-emocionalidad a favor de un hedonismo exacerbado y una frialdad en los vínculos tanto afectivos como de cualquier otra índole. Un mundo donde las ansias de ambición desmesuradas del ser humano por manipular todo cuanto veía a su alrededor encontraban sus consecuencias en cada rincón. En este sentido, tanto Ridley Scott como Philip K.Dick, supieron ver con mucho tiempo de antelación lo que se convertiría la sociedad en la que se vivía en esos momentos, es por ello que aludíamos al principio de este comentario a Blade Runner como un film atemporal porque su discurso era tan válido hace casi treinta años, cuando la globalización y el capitalismo empezaba a expandirse, como ahora, cuando estamos viendo y viviendo las consecuencias de tal problemática.
Sin embargo, y haciendo referencia a otro tipo de hechos relacionados con el film, en el año 82, la explotación de productos fantásticos y con base de ciencia ficción era gigantesca, en este año surgirían productos como La cosa, Star Trek II: La ira de Khan, Conan el bárbaro, Star Wars: el retorno del Jedi, Acorralado, Tron, Posesión infernal, Mad Max 2, Poltergeist y una larga lista de títulos que sucumbieron al fenómeno, a un cine de sobremesa y de rápido consumo que se empezó a producir con un boom: E.T. El extraterrestre. Es por ello, que Blade Runner fracasó estrepitosamente en taquilla debido a este factor (y otros que mencionaremos a continuación), y una audiencia que no quería reflexiones filosóficas en base a ¿qué es la vida? sino, simplemente, pura evasión de la realidad (aún teniendo E.T. una moralina judeo-cristiana sobre la visión de Dios y Jesucristo y que, a día de hoy, mucha gente sigue sin querer ver, tan solo viendo la superficie, un bicho con carisma ñoño del espacio que interactúa con unos niños, y perseguido por el resto de humanos).
Entre las causas que originaron que el título pasase prácticamente al olvido durante unos años tiene que ver con la visión que tenía Ridley Scott en diferencia con los productores de la cinta, los cuales quedaban insatisfechos ante la poca explicación de lo que sucedía en los primeros pases privados en la gran pantalla, llegando a perpetrar por ello una voz en off que Harrison Ford (el protagonista) denostaba y veía como un completo anti-climax ante el mundo que nos quería mostrar el director, así como la inclusión de un final feliz (o happy ending, de forma despectiva), además de escenas de suma importancia cortadas del montaje final que cambiaban completamente el sentido de la obra original y de la visión que Ridley Scott le había dado a un guión que en boca de muchos, era una completa maravilla escrita en conjunto por el excéntrico Hampton Fancher y el novato por entonces, David Peoples.
Todo este enjambre histórico social y cultural que empezó en el boca-oído (pues el film, además de no recaudar, se llevó pésimas críticas de los medios en su estreno) engendró, sin embargo, una legión de fans que subyacería hasta los 90, y emergería en dicha década, con su reestreno en el 92, cuya versión sería la más exacta que quería su director…
REPERCUSIONES DEL FILM E INFLUENCIAS POSTERIORES
Pero… ¿por qué está considerada Blade Runner como una de las obras cumbre de la ciencia ficción?
Muchos son los factores que podríamos relatar de la historia y la leyenda que envuelve al film y que ya hemos dejado entrever, así que tan sólo nombraremos unos ejemplos, pues es imposible abarcar en este análisis la magnitud del fenómeno que ha generado a día de hoy. Su estética ciberpunk (influencia posterior para títulos como El cuervo, Dark City, Ghost in the Shell, Nivel 13, Akira o la más que conocida y sobrevalorada Matrix), que no es más que una evolución lógica de Metrópolis (Fritz Lang, 1927), o los cómics de Moebius de Jean Giraud en lo referente a una base estética para la creación de entornos, decorados y personajes; es una base primordial para empezar esta ejemplificación.
También es destacable, en cuanto a la realización de películas, la utilización de dichos entornos en lo referente a la iluminación dinámica para generar un ritmo interno al relato y los acontecimientos descritos en pantalla, así como la simbología de los elementos materiales tangibles (el agua, la lluvia, o el kanji o letra oriental que significa ‘’origen’’, usada de fondo) o incluso, intangibles (el famoso sueño del unicornio que tiene Deckard) en base a la descripción de personajes y la trama en sí. De hecho, también es importante porque fue una de las últimas películas que se creó en la era analógica, es decir, donde ningún elemento fue hecho digitalmente o por ordenador, todo fue realizado de forma artesanal: decorados, maquetas, y fondos dibujados con exquisito detalle eran la nota predominante. Y es que una de las cosas alabadas de la película es su extremo cuidado y mimo a la hora de introducirnos en su mundo, en esa sociedad tecnológica y posmoderna, por eso no es de extrañar que en cualquier carrera o escuela de cine se aluda o se estudie este film meticulosamente, pues cada escena o cada secuencia está perfectamente creada al milímetro, en todo momento se está contando algo.
También podríamos mencionar que fue un arriesgado intento de mezclar géneros como el cine negro o policíaco con la sci-fi pura y dura más existencialista, como se deja intuir a lo largo de todo el metraje de forma simbólica (mezcolanza de razas y lenguas en una ciudad de Los Ángeles completamente utópica, consecuencia de un proceso como la Globalización), dejando tras de sí, una estela abierta a mezclar géneros. Así como poner de moda los relatos de Philip. K Dick, que en su conversión a la pantalla grande ha dado productos tan míticos como Desafío Total o interesantes como, Minority Report o A scanner darkly.
Otro hecho importante es el paseo de versiones distintas de la película, como la versión perpetrada y dilapidada por los ejecutivos de Warner Bros. Pictures en el 82 que se estrenó mundialmente, o la visión del director (y más exacta de la historia) que se estrenó diez años después, en el 92, como demandaban muchos fans, y que Ridley Scott aprovechó para reestrenarla, así como un montaje definitivo en el año 2007, para celebrar su estreno en formato DVD, con retoques digitalizados y corrección de errores que por circunstancias anteriores, no se podían hacer por la tecnología del momento. Además de todos los libros que se han publicado con reflexiones sobre la película en sí, o la música del gran compositor Vangelis, ha generado que el film se convierta en un mito que traspasa las pantallas…
VALORACIÓN FINAL
Una ciudad industrializada, columnas de fuego, y un ojo que vislumbra todo ese poder mecanizado creado por el hombre. Eso es lo que vemos en los primeros minutos mientras el plano general se acerca lentamente a una pirámide que pertenece a una gran corporación que crea robots semejantes a humanos. Con este impactante inicio visual y sonoro, nos metemos en la piel de lo que ve Ridley Scott en un utópico, pero a la vez, real futuro, donde el ser humano juega a ser Dios, y en su intento, acaba por desvalorizarse y perdiéndose a sí mismo. Y es que, tal y como hemos mencionado ya, la simbología es parte primordial en el relato que tenemos ante nuestras manos, por eso no es de extrañar que elementos tan inconexos como un ojo y una pirámide no tengan nada que ver a simple vista, pero si se unen, crean un símbolo que de sobras es conocido por todos, como ente creador y destructor, intangible y omnisciente, y que se critica aquí por nuestro afán de intentar parecernos a ello.
Y es que de apariencias va una parte del asunto, empezando porque los robots se les denomina replicantes, esto es, copias exactas de los humanos, incluso a nivel genético y lo más curioso, a nivel emocional. Ya que en nuestro egoísmo, la sociedad que se deja vislumbrar en la historia es una sociedad ‘’dejada’’ en el ámbito más humano, que son las emociones y la creación de vínculos afectivos, es por ello, que se ha visto obligada a crear sujetos para caprichos personales, así como otro placeres y/o trabajos (de hecho, la robótica actual intenta imitar el comportamiento humano, como ya se está demostrando en muchas convenciones de tecnología). En este contexto, es indudable que unos replicantes, tomando consciencia de sí mismos y lo que son, intenten descubrir de dónde vienen, cuál es su objetivo, para qué fueron creados y en consecuencia de todas estas reflexiones, acaben rebelándose contra el sistema.
Saber para qué viven.
Y es que esto último es la gran incógnita filosófica que nos plantea el existencialismo patente en el final del metraje, que se vislumbra en una sociedad nietszcheniana carente de valores. Porque ese es el viaje de nuestro protagonista, Deckard (un sobrio Harrison Ford), conformista expolicia, malhumorado y solitario sin ningún objetivo en la vida, que a medida que vaya cazando a los replicantes y empiece su relación amorosa con Rachael, entenderá la importancia de cada momento, e incluso, cuestionarse su propia existencia, como lo hace tras la catarsis de Roy Batty, aparente enemigo que, sin embargo, le da toda una lección de que un replicante también puede lograr sentir y entender qué es la vida, en el final de la misma.
Es un film que retrata de forma nihilista la sociedad del futuro, pero a pesar de ello, es optimista en su discurso, pues, el único sentido de nuestras vidas es vivir por y para los demás, de forma desinteresada, vivir cada momento como si fuera el último, entender que cada gota de agua es como un recuerdo que nos hace ser lo que somos, es por ello que Blade Runner, desde nuestro punto de vista, concibe la vida y la felicidad del ser humano, no en nuestro egoísmo material (patente en todo el film y ese aire consumista palpable), sino en los vínculos afectivos que establecemos con los demás. Porque cada momento que pasamos con alguien es único, y no es lo mismo si lo vivimos de forma aislada, pues la mayoría de nuestros recuerdos son momentos en los que compartimos, ya sean emociones, actos o palabras.
Como ya hemos mencionado, en lo referente a las gotas de agua y los recuerdos, no es de extrañar que dicho elemento inoloro e incoloro subyace durante todo el relato como un ente en sí mismo (en casi el 70% de las escenas aparece), ya que dándole un sentido más espiritual, es el creador de vida, es por todo ello que en el momento cumbre y mágico del film, cuando Roy Batty (increíble el actor Rutger Hauer) esté próximo a poner fin a su vida, bajo la lluvia, relate con estas palabras exactas:
Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser… Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia… …Es hora de morir.