Crítica de La infiltrada (2024): Un thriller de tensión meticulosa y acción sin concesiones

Crítica de La infiltrada (2024): Un thriller de tensión meticulosa y acción sin concesiones

Arantxa Echevarría, con La infiltrada (2024), demuestra su capacidad para sostener un thriller de espías y terrorismo con una tensión que no cede ni un segundo. Aunque no ofrece un despliegue innovador en el lenguaje cinematográfico, la película se erige como un ejercicio narrativo ejemplar en ritmo y eficacia, logrando un equilibrio notable entre acción y drama.

Desde su concepción, La infiltrada ha sido comparada con los trabajos de Kathryn Bigelow (La noche más oscura, Le llaman Bodhi), y no sin razón. Ambas directoras comprenden el pulso de la acción sin caer en lo espectacular gratuito, dotando a sus protagonistas de una fisicidad y un dramatismo que transcienden los arquetipos. Aquí, Carolina Yuste encarna a Arantxa, una policía infiltrada en el entorno de ETA, con una carga psicológica y un realismo que sostienen la película con una intensidad que recuerda el trabajo de Jessica Chastain en La noche más oscura.

Un thriller sin artificios ni agendas forzadas

Uno de los mayores aciertos del filme es su tratamiento del personaje femenino. En un contexto donde el cine de acción suele inclinarse por narrativas de empoderamiento artificial, La infiltrada construye a su protagonista sin necesidad de caer en discursos programáticos. Arantxa es una heroína natural, creíble en su fragilidad y en su determinación, sin que su papel se vea reducido a una consigna política.

El filme también acierta al evitar el sensacionalismo: la violencia está presente, pero no como un espectáculo, sino como un elemento ineludible de la historia. Echevarría maneja esta tensión con precisión, sin abusar de la exposición ni del impacto gratuito. La secuencia en la que Sergio ejecuta un asesinato mientras la cámara lo sigue de espaldas, vestido de rojo, evoca tanto el estilismo del giallo italiano como el uso simbólico del color en el cine de M. Night Shyamalan​

Momentos cinematográficos de gran calado

Aunque no cuenta con grandes set pieces memorables, el filme deja detalles de una sutileza notable. Destaca la escena en la que la agente Andrea escucha cómo Arantxa mantiene relaciones sexuales, pero en lugar de mostrarnos la acción de manera explícita, la tensión se transmite a través de los potenciometros del equipo de escucha. Es un instante de maestría cinematográfica, donde el sonido se convierte en el vehículo narrativo principal​

Conclusión: un thriller sólido y efectivo

La infiltrada no es una película revolucionaria en términos formales, pero sí un thriller sólido que demuestra que el cine de acción e intriga puede manejarse con rigor y tensión sin perder su dimensión humana. Arantxa Echevarría se consolida como una directora capaz de filmar con un pulso de hierro, sin concesiones ni artificios innecesarios, y con una protagonista que encuentra en su normalidad una fortaleza difícil de hallar en el cine contemporáneo​.