Crítica de En tierra peligrosa
Steven Seagal y la furia ecológica de «En tierra peligrosa» (1994): un film que incomodó a las altas esferas de poder
En 1994, Steven Seagal dirigió y protagonizó en tierra peligrosa (On Deadly Ground), una película que representa un singular intento de fusionar la acción típica del cine hollywoodense con un mensaje medioambiental de denuncia. Este film, que combina la narrativa de un héroe solitario enfrentándose a corporaciones destructivas con un discurso vehemente contra la explotación del planeta, se erigió como una pieza controvertida dentro del panorama cinematográfico de su tiempo.
La película cuenta la historia de Forrest Taft, un experto en apagón de incendios petroleros que, tras descubrir los planes corruptos de una compañía petrolera para acelerar la producción sin importar el impacto ambiental, decide enfrentarse a sus empleadores. En su estructura narrativa, En tierra peligrosa retoma elementos clásicos del western y del thriller de acción, pero los reformula con un trasfondo que denuncia la devastación ecológica impulsada por el capitalismo desenfrenado.
Lo que distingue a este film de otros del género no es sólo su mensaje ecológico, sino también la forma en que dicho mensaje se explicita, especialmente a través del monólogo final de Seagal, un discurso apasionado en el que detalla las consecuencias de la codicia corporativa y exhorta a la humanidad a replantear su relación con la naturaleza. Este momento, que para algunos críticos resultó sermoneador y fuera de lugar, subrayó la intención de Seagal de usar el cine como un instrumento de concienciación.
Sin embargo, esta postura también desató una serie de reacciones negativas. Aunque Seagal había sido una figura rentable para Hollywood gracias a su éxito en películas como Difícil de matar o Alerta máxima, su incursión en un cine de denuncia medioambiental lo colocó en la mira de sectores políticos y corporativos influyentes. En tierra peligrosa no fue simplemente una película fallida en taquilla; fue también un punto de inflexión que marcó el inicio de la caída de Seagal dentro del sistema hollywoodense.
La enemistad con el poder y la deriva política de Seagal
El mensaje ecológico y climático de En tierra peligrosa tocó fibras sensibles en un momento en que las políticas medioambientales comenzaban a convertirse en un tema polarizante dentro del espectro político de Estados Unidos. Durante las décadas de 1980 y 1990, muchas multinacionales energéticas ejercieron una poderosa influencia sobre la Casa Blanca y los lobbies de Washington. La denuncia directa de estas empresas en un film protagonizado por una figura mainstream como Seagal representó una afrenta que no pasó desapercibida.
A partir de ese momento, la carrera de Seagal se fue apagando progresivamente. En un sistema cinematográfico profundamente entrelazado con intereses corporativos, su abierta crítica lo colocó como una figura incómoda. No ayudó tampoco que, con el tiempo, el propio Seagal cultivara una imagen pública controvertida: desde denuncias de mala conducta personal hasta su cercana relación con el gobierno ruso.
En décadas posteriores, Seagal abrazó abiertamente a Rusia y al presidente Vladimir Putin, adoptando la ciudadanía rusa en 2016 y convirtiéndose en un defensor vocal de las políticas del Kremlin. Este alineamiento con un adversario político de Estados Unidos consolidó su estatus como una figura marginada en su país de origen. Para muchos, este giro en su vida política fue un ejemplo de su caída en desgracia tras enfrentarse a los poderes fácticos del sistema norteamericano. Crítica de En tierra peligrosa
El legado de En tierra peligrosa
Hoy, a pesar de las críticas mixtas que recibió en su estreno, En tierra peligrosa puede ser revisitada como una obra adelantada a su tiempo. En una época en la que el cambio climático es innegable y las corporaciones energéticas siguen siendo objeto de escrutinio global, el mensaje de la película resuena con una urgencia renovada. Aunque el estilo de Seagal y su ejecución narrativa puedan ser motivo de debate, el coraje de utilizar una plataforma popular para abordar una causa tan relevante merece ser reconocido.
El caso de Steven Seagal y su película no es sólo un ejemplo de cómo el arte puede incomodar a los poderosos, sino también de cómo el sistema puede reconfigurarse para silenciar las voces disidentes. A pesar de las sombras que rodean su carrera y sus decisiones personales, el mensaje de En tierra peligrosa sigue siendo un recordatorio de las complejas intersecciones entre el cine, la política y el activismo en un mundo dominado por intereses económicos.