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Casi podemos decir que las películas sobre irlanda son ya un subgénero en si mismo y además como pasa con el cine de ganster, siempre todas con una calidad sobresaliente.

Desde el inicial e inventado Innisfree de El Hombre Tranquilo hasta el costero Glen Colm Cille de En tierra de santos y pecadores, Irlanda y sus peculiares habitantes han sido lugar de mil y una historias a ver cual más pintoresca e interesante. La última en llegar también forma parte de esa aldea de pequeñas historias que se aislan de lo común y forman un autónomo mundo donde el verde de los prados, el silencio de las calles y el calor de los pubs, acompañan de forma perfecta a la singularidad de los héroes, villanos y comunes que la pueblan.

El conflicto de Irlanda del Norte, conocido en inglés como «The Troubles», fue una prolongada y sangrienta lucha que combinó actividades terroristas con guerra de guerrillas. En este conflicto se enfrentaron el IRA (Ejército Republicano Irlandés) y sus diferentes facciones contra el gobierno del Reino Unido, que a su vez contó con el apoyo de diversos grupos unionistas de carácter paramilitar. En definitiva, un suceso complejo, extenso, dramático y extremadamente violento que ha dejado una profunda brecha en Irlanda del Norte y en el resto de la isla.

En este contexto, se nos presenta a Finbar Murphy (Liam Neeson), un ex asesino profesional. Hastiado de la violencia, ha buscado una nueva vida en un pueblo alejado del conflicto político que asola el país. Su tranquilidad se ve truncada cuando Dorieann y su banda llegan a la remota localidad, huyendo de un atentado fallido. Obviamente, los problemas están más que garantizados.

Pero como suele ser habitual en las historias sobre irlandeses, el conflicto se muestra desde lo intimo, desde la unidad de cada uno de los personajes y para ello hay que recurrir a los actores por lo que la producción del film contó desde un estupendo Liam Neeson en un papel muy en su línea en el que se le ve completamente cómodo, a un Jack Gleeson irreconocible y distanciado de su papel estrella en Juego de Tronos, con un más que acertado papel de adlátere del héroe principal de Tierra de Santos y Pecadores. Kerry Condom brilla con luz propia en su papel de antagonista, poniendo énfasis en una actitud dura, despiadada y dispuesta a todo hasta las últimas consecuencias.

Al conjunto hay que añadir la dirección de Robert Lorenz, destacado productor cinematográfico, conocido por sus frecuentes colaboraciones con Clint Eastwood. Juntos han producido películas aclamadas como Mystic River, Banderas de nuestros padres o Cartas desde Iwo Jima. Además, Lorenz fue productor ejecutivo en las premiadas Million Dollar Baby también dirigidas por Eastwood. Con una vasta experiencia como asistente de dirección en más de veinte filmes, Lorenz debutó como director en 2012 con la película Golpe de efecto y todo esto nos lleva a ver como la firma de Clint Eastwood o su presencia es costante en toda la película. Así el ritmo de lo contado, los movimientos de cámara, los encuadres de los rostros de los actores, el uso de la música o el montaje general, nos recuerdan de forma inminente al cine de Clint Eastwood y eso por supuesto es un punto a añadir. Lorenz claro está posee identidad propia y una idea distinta en otros aspectos como por ejemplo la fotografía, mucho más luminosa que la habitual del genio trás Sin Perdón. Pero sin duda que En tierra de santos y pecadores es una especie de film completista y de mucha calidad para los amantes del gran Clint.

Crítica de ‘En tierra de santos y pecadores’ (2023) de «Clint Eastwood»