CRÍTICA DE DESTRUCTOR (1982) Warlords of the 21st Century (Battletruck)
Eran los años 80s, el atrevimiento, el ingenio y el exploitation eran los reyes del videoclub y con suerte, de las salas de cine. Warlords of the 21st Century (Battletruck) o ‘Destructor’ en español, es una de estas joyas de culto a mitad de camino entre la gloria y la cutrecon.
Un espectáculo de desolación se despliega cuando el polvo desciende, revelando un paisaje desértico infinito. Este panorama desolador es el mundo que habitamos, reducido a cenizas, como una advertencia temprana de las Guerras del Petróleo que lo devastaron.
La narrativa de esta aventura comienza con un estruendo que se insinúa desde algún lugar lejano, seguido por el embate de un enorme camión contra una antigua gasolinera.
Este inicio, el cual no decepciona en lo absoluto, marca el comienzo de la última obra de George Miller, la secuela de su aclamado debut «Mad Max», que arrasa en las taquillas y se erige, de la noche a la mañana, como una restauración del subgénero post-apocalíptico de ciencia ficción que ha evolucionado desde finales de los años ’50.
Previo a la proliferación de imitaciones en todo el mundo, especialmente por parte de los italianos y filipinos, una de las primeras incursiones temáticas en la obra de Miller llegó desde Nueva Zelanda. El director Harley Cokeliss, conocido por su trabajo en la segunda unidad de «El Imperio Contraataca», había concebido la idea en los años ’70 durante la crisis del petróleo. Sin embargo, la falta de recursos impidió su realización en Australia como inicialmente se había planeado. No obstante, los vastos parajes neozelandeses ofrecieron un escenario ideal para su visión.
Una estrategia narrativa destacada de Cokeliss es la presentación del villano antes que del héroe, lo que indica un enfoque especial en este personaje. James Wainright interpreta magistralmente a Straker, un ex-militar que, a bordo de un impresionante camión blindado, siembra el caos y recluta seguidores como un dictador psicótico. Las primeras secuencias, donde ejerce su poder sobre una joven, establecen un tono perturbador.
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La violencia en esta obra es seca y directa, reflejando el áspero terreno y la brutalidad del mundo post-apocalíptico. Cokeliss evita la parodia del género, optando por narrar una historia de tragedia y dolor, donde las personas luchan por sobrevivir en un mundo desolado, enfrentándose a la locura de aquellos que buscan dominar lo que queda de la civilización.
Aunque sigue ciertos tropos del género «western», la trama se desarrolla en un contexto futurista y desolador. La ausencia de romance y amoríos refuerza esta atmósfera, centrándose en los personajes y sus luchas por la supervivencia en un mundo despiadado.
Con una dirección hábil y escenas de acción impresionantes, «Battletruck» emerge como una de las imitaciones más respetables y entretenidas del universo de «Mad Max». Es una revisión efectiva de las películas del Oeste, que ofrece un relato evocador y emocionante en un mundo post-apocalíptico.