No es una obra maestra en terminos generales pero si en los visuales, sonoros y épicos.
Todos sabemos que la película ‘El Guerrero n°13’ fue el primer gran fiasco del director John McTiernan y no solo en lo comercial, que lo fue, sino sobre todo por esa decisión de Michael Crighton, productor del film y escritor de la novela en qué se basa de remontar la obra original de McTiernan, lo que le supuso que el director no viese el cine y la vida de la misma manera que lo hacia hasta entonces produciéndose así su caída profesional. Pero quitando esta historia ya sabida, vamos a centrarnos en la película en si, concretamente en la versión montada por el productor que es la estrenada y la que todos conocemos, ya que la original de McTiernan digamos que nunca ha existido al menos para acceso del público.
‘El Guerrero n°13’ es de nuevo una cinta de acción esta vez fuera de la era modernos habitual en el cine McTiernan y es que, la película se basa en un tiempo sin determinar donde los hombres del norte también conocidos como vikingos, comercializaban con el sur de Europa, es ahí donde un grupo de estos hombres del norte conocen a un árabe interpretado por Antonio Banderas que se les unirá para luchar contra una especie de monstruos que habitan su hogar.
Así que con el misterio por bandera y la épica como valuarte, McTiernan vuelve a demostrar que tenía un don especial para crear imágenes, acción, tensión y emoción. Por ejemplo podemos decir que con permiso o a excepción por el valor que poseen batallas como las de ‘Campanadas a medianoche’ o ‘Los 7 Samuaris’ debido a su época de rodaje y medios, El Guerrero n°13 es quien mejor muestra eso, una batalla entre dos ejércitos a caballo donde la lluvia y el barro asestan los mismos golpes que las espadas que se blanden.
McTiernan vuelve a dejar claro que nadie rueda en exteriores y condiciones extremas como él, moviendo la cámara de una manera tan natural y salvaje al mismo tiempo, como se haría en un interior. McTiernan no entiende de pantallas verdes ni similares y sitúa el rodaje en el lugar que se quiere representar. Esto hace que las películas de McTiernan posean una fuerza especial en la ambientación filmando así las mejores junglas, selvas, submarinos, montañas o grandes rascacielos que se han visto nunca y repito, con el don de ofrecer un dinamismo en el plano que solo se podría dar en condiciones diseñadas para eso como los decorados interiores.
El uso salvaje del score es otro de los recursos que McTiernan domina para que sus obras sean épicas y fantasmales como pocas y eso que de nuevo, McTiernan no cuenta con un guión sobresaliente, si no más bien lo contrario. ‘El Guerrero n°13’ se convierte en soberbia no por lo que cuenta sino por como lo cuenta el director, siendo uno de esos films nacidos únicamente para la pantalla grande. La fotografía de McTiernan, da igual el operador que lleve, vuelve a ser otra obra de arte donde la luz se apodera de forma especial de cada uno de los planos y de los elementos que habitan en ellos, unos planos en continuo movimiento que poseen una vida especial. Siempre hay acción en escena aunque no pase nada centrado en la acción.
Así ‘El Guerrero n°13’ posee errores claro está, sobretodo en el apartado narrativo pero son devorados de forma caníbal y primitiva por ese hambre arroz que tiene McTiernan a la hora de narrar. No es una obra maestra en terminos generales pero si en los visuales, sonoros y épicos.