Reseña by Lucen MISTERIO EN VENECIA
Kenneth Branagh no para de trabajar y se ha aferrado a las aventuras de Poirot como si de una nueva franquicia se tratase. Al igual que ocurrió con el James Bond de Daniel Craig, el detective creado por Agatha Christie ha conocido su mejor versión en la actualidad. Tras ‘Asesinato en el Orient Express’ y ‘Muerte en el Nilo’, Branagh ha decidio variar la fórmula y pasar del calor y lo exótico del Cairo y lo lujoso del Orient, a una mansión situada en una Venecia oscura donde el terror se apodera de la escena y lo detectivesco deja paso a las casas encantadas.
De este modo el director consigue la mejor puesta en escena de toda la franquicia jugando con la luz, los grandes angulares y las inclinaciones de cámara apoyadas por el sonido y la música y así, dejarnos la sensación de estar ante algo distinto a lo habitual, la calma habitual de los enigmas del detective belga dejan lugar a los escalofríos y la humedad de unos canales envueltos en lo paranormal y lo retorcido y donde la lógica habitual deja paso al misterio y lo inexplicable.
Es en este doble juego entre realidad y fantasía, donde la película se mueve de maravilla en todo momento y donde radica la principal virtud de esta cinta y lo que, para mí, convierte a esta secuela en la mejor de las tres partes de esta -de momento- trilogía. Ojalá en otras franquicias se tomen decisiones arriesgadas como las que se han tomado aquí y se decidan a empezar a cambiar las cosas y salirse de la aburrida zona de confort donde se han instalado.
