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Allí estaba, pletórica en su estante, llamaba la atención e incluso parecía brillar entre todas las demás. El rojo, el azul oscuro y el negro era el color de las películas de ninjas y está parecía eso y encima, el Scott Glen de ‘Silverado’ aferraba una espada samurai entre sus manos. Pero no todo es oro lo que reluce. ¿Qué de estamos hablando? ah vale, empezaremos por principio…

Hace ya muchos años existían unos locales, algunos muy grandes, llenos de estanterías, casi siempre de madera, con unas cajas de plástico gigantes que contenían en su interior unas cintas de video con películas. Eran los llamados videoclubs. Por un precio módico o por una cuota mensual se podían disfrutar de los grandes éxitos recientes y de otros no tan actuales. Era la novedad y en pocos años se puso a disposición de muchos clientes una cantidad alta de películas de muy difícil acceso para la mayoría del público. Entre las novedades se colocaban una cantidad increíble de cine pretendidamente comercial proveniente de no se sabe donde y que parece que haya desaparecido o que no hubiese existido nunca. Eran películas que podrían calificarse de serie B o Z. Una de ellas era este «Reto del samurái».

Y es que en aquellos años y para los jóvenes, el nombre de John Frankenheimer no era y menos después de «disfrutar» de esta teórica cinta de acción ochentera. Y es que de ochentera solo tenía su carátula y su año de estreno porque el resto era una cinta de los 70s que llegó tarde. En el 82 ya habíamos visto ‘En busca del Arca Perdida’, ‘Star wars’, ‘Alien’, ‘Blade Runner’ e incluso ‘E.T.’, o al menos estás dos últimos estaban a punto de llegar así que retroceder con este ‘El Reto del Samurai’ no era lo que todos queríamos. Pero el gran problema de la película es que vista a ojos de un adulto, es decir, de aquel niño que la alquiló en los 80s perp vista en 2023, la película sigue igual de ineficiente que entonces por mucho que esté Frankenheimer detrás de lás cámaras o Toshiro Mifune delante de ellas.