Crisis del cine en 4K HDR | Cuando la técnica mató al arte

Crisis del cine en 4K HDR | Cuando la técnica mató al arte

Crisis del cine en 4K HDR | Cuando la técnica mató al arte
Crisis del cine en 4K HDR | Cuando la técnica mató al arte

Ya hemos dicho en varias ocasiones que como un gigante dormido la crisis acecha a nuestro querido cine. Cuando hablamos de crisis no hablamos del descenso de público en las salas (qué por supuesto también ocurre salvo excepciones) o de la disminución de cinéfilos activos.., hablamos de una crisis mucho más profunda, una crisis fomentada desde los colegios, desde los patios de recreo y desde las escuelas de cine, una crisis fundada por el abuso de la técnica en detrimento del arte y el conocimiento.

Cualquier película candidata al Oscar en 2023 y cualquier ganadora o nominada de las últimas ediciones de ese certamen, no aparecerían ni de lejos en ninguna lista de nominados de las décadas de los 40, 50 o 60. ‘Todo a la vez y en todas partes’, la actual ganadora sin ir más lejos, es una película vulgar en lo que a la historia del cine se refiere, un film que no existe en los recuerdos del cinéfilo exigente, un film nacido bajo un nuevo formato de público, un público que podríamos llamar como ‘Televisivo’.

Por ejemplo, Si ustedes se fijan en una de las grandes triunfadoras comerciales del cine nacional de los últimos años (Lo imposible), notarán que estamos ante un film técnicamente perfecto, un film difícil de descalificar pero al mismo tiempo difícil de vanagloriar. En la película no veíamos fallos técnicos: la iluminación era perfecta; el sonido magistral; los efectos visuales cumplían para su presupuesto y los actores desempeñaban de una forma muy correcta su labor.

Al mismo tiempo veíamos como la fotografía era totalmente anodina, el sonido un engranaje de relleno sin apenas creatividad, los efectos visuales un despliegue más de infografía y la actuación general un desierto creativo. Lo grave de todo esto es que este film es el récord nacional en cuanto a taquilla se refiere hasta la fecha salvo el ejemplo aún más bochornoso de telefilme como es ‘Ocho apellidos vascos’, es decir, ambas son el ejemplo perfecto de cuál es el espectador de cine actual y habitual, un individuo capaz de distinguir el número de líneas de resolución, el sampleo de una pista de audio o la cantidad de gigas que puede contener una imagen generada por ordenador, pero al mismo tiempo, un individuo incapaz de apreciar un encuadre perfecto, detectar un paralelismo visual, valorar un efecto artesanal o disfrutar de la entonación y acento original del protagonista de cualquier film. En pocas palabras y tristemente aunque suene duro: un inculto cinematográfico.

CANTIDAD O CALIDAD

El público actual consume muchos horas de audiovisual. Este le llega por diferentes elementos, siendo los mayoritarios las series televisivas y el videojuego en detrimento del cine, la literatura, la pintura o incluso la novela gráfica. Y por muy grande que puedan parecer producciones como Breaking Bad, La casa de papel o Juego de tronos, no podemos olvidar que estamos ante un producto de corte anual, en el cual deben «rellenarse» cerca de 13 horas por temporada.
Con esto sencillamente queremos decir que mientras un film de calidad necesita varios años de desarrollo para conseguir 2 horas de metraje, una serie llena 15, 20 o 30 horas de metraje con un presupuesto menor, lo cual nos lleva a la conclusión que algo debe reducirse para que salgan las cuentas, y no hace falta ser muy avispado para darse cuenta que los departamentos creativos audiviosuales, son en la mayoría de ocasiones los que brillan por su ausencia en la televisión.

De toda esta parte creativa ausente, es el cineasta el gran desaparecido, dejando su hueco a un número determinado de trabajadores encargados de pasar a imagen sin más, los textos escritos por los guionistas y aquí está el problema, la imagen televisiva en el 90% de su montante es una imagen vacía, sin alma, sin calidad y sin lenguaje fílmico, lo que genera un público vacío, sin alma, sin calidad y sin lenguaje fílmico, el cual es incapaz de diferenciar la calidad de un film como ‘Blancanieves’ (Pablo Berger) con la mediocridad de otro como el citado ‘Lo imposible’, por hablar de dos películas españolas del mismo año.

Para mal de males, está ausencia de genialidad audiovisual en el mundo televisivo podría paliarse con un exceso de calidad en las producciones filmicas, pero por desgracia, los Paul Thomas Anderson, Wes Andersen, James Gray o David Lynch, suelen huir del gran cine de masas, dejando este, a «directores» de encargo en muchos casos provenientes de la televisión. Ya no mencionar el cine de calidad hecho fuera de los Estados Unidos, el cual prácticamente no llega nunca al grueso de público actual.
Si en los 40s, 50s o 60s obras de culto y calidad como La ventana indiscreta, Casablanca, Lo que el viento se llevó, Ciudadano Kane o ¡Qué verde era mi valle! eran films ideados para «todos los públicos» (no a edades me refiero), en la actualidad esos films para «todos los públicos», no están dirigidos e ideados por los Hitchcock, Ford o Welles de la actualidad, están ideados por grupos de inversores financieros que controlan la industria del cine. Sin ir más lejos, los grandes inversores de Disney o Netflix como ejemplo más claro.

Ejemplo de encuadre habitual actual arriba y ejemplo de encueadre que prioriza la faceta artística en vez de la informativa, abajo.

De este modo es difícil que en estas décadas se vean más de tres o cuatros películas pensadas para el público general con una un gran director de peso detrás, o lo que es lo mismo es difícil crear público de calidad que mantenga viva la faceta más artística del cine.
Por eso está industrialización del cine, este abuso de productos televisivos y la vagancia y pasividad del público de hoy, esta llevando al cine a la mayor crisis a la que podría enfrentarse: la crisis creativa.
Desde Cinematte Fix avisamos de algo que a pocos años vista puede ser una catástrofe cinematográfica, una situación a la que el 7° arte aún no se ha enfrentado, porque seamos sinceramos, en el caso de nuestro afición, cualquier tiempo pasado fue mejor no por añoranza, sino porque simplemente el presente es muy muy pobre.

PD. Decir también a todos los críticos del mundo, que a falta de poder ver en el cine comercial a autores de la talla Thomas Anderson, James Gray, David Lynch o Steve McQueen, deberían tratar mejor a nombres como Christopher Nolan, Zack Snyder o James Cameron, ya que al menos estos son los únicos que pueden aunar un mínimo de arte con las masas vacuas de conocimiento.
Eso sí, el 4K, el HDR y el ya reciente 8K, se ven perfectos y para algunos o por desgracia muchos, parece ser lo más importante de una película.

Crisis del cine en 4K HDR | Cuando la técnica mató al arte by Lucen