Horrenda película del inefable Charles B. Pierce (Terror al anochecer, 1976), secuela de otro film suyo del año 1972, titulado “The Legend of Booggy Creek”, film absolutamente desconocido pero que tuvo eco en ciertos círculos del cine fantástico al ser seguramente uno de los primeros, (o igual el primero…) en crear el hoy en día famoso genero del llamado falso documental. De aquella cinta no puedo opinar, no la he visto, (aunque lo he intentado, asaltado por ese afán completista que de vez en cuando nos acosa a los cinéfilos por las noches, y que nos hace ver trabajos infumables), pero peor que esta no puede ser.
En esta especie de continuación de aquella, siguen las investigaciones en torno al mítico ser que según las leyendas habita en esos bosques de Arkansas, que evidentemente no ha podido demostrarse, pero aquí llega el señor Pierce y su equipo de panolis, para enseñarnos con pseudomensaje ecológico incluido, que si existe y que además a pesar de su aparentemente mal carácter, es más majo de lo que parece.
Los actores, liderados por el tal Pierce que aparte de dirigir encarna el papel principal, son como la película… horrendos. El guion es un auténtico despropósito, y la verdad no sigo porque el film no hay por donde engancharlo… Los efectos especiales de echar a correr. Film de muy bajo presupuesto pero no es malo por eso…el film se ahoga en sí mismo por la falta de calidad del director. Tiene el peor defecto que un film de estas características puede tener, ser aburrido. Y lo es de narices.
El mejor trabajo sin duda de este director de segunda fila, es de largo, “Terror al anochecer”, film basado en hechos reales, también situado en Arkansas.
Del elenco poco que decir… sale hasta su hijo, Chuck Pierce que trabajo en este film y en su predecesor, y nada más…que se sepa. Jimmy Clem amigo del director parece, porque sale en tres de sus películas, esta y la antes mencionada “Terror al anochecer” y otra también floja titulada “El nórdico” (1978). De los demás nada de nada solo apariciones esporádicas en films de la corta carrera de este director. Que por cierto sí que cuenta en su haber con más de 50 películas como decorador de escenarios.
Por salvar algo, me quedo con los paisajes y ese mensajito ecologista que trata de dejar buen sabor de boca… sin conseguirlo, porque la cinta es un pestiño del calibre 12.