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NOTA: 7.5

Fue humillada en su estreno, elegida la peor película de 1988 gracias a conseguir el Razzie a peor película y guión del año. La crítica nortemericana y por eco la mundial, dijo barbaridades de ella. Su delito: poseer a Tom Cruise en su momento más narcisista y haber nacido en un año donde cada filme era un tributo y un homenaje al buen gusto y al buen cine. Lo más triste de todo es que hoy día esta película de segunda fila, pertenece al club de los clásicos de los 80s y a ese grupo de obras que confirman como la crítica es el pilar más rídiculo e inepto de la industria del cine.

Mientras una parte de la crítica aplaudia a Tom Cruise por su personaje en ‘Rain Man’, otra lo ridiculizaba por su aparición en Cocktail, Tom era el mismo actor en las dos películas y lo único que cambiaba era su personaje. Hoy su personaje en Cocktail puede irritar a más de uno pero es que ese detalle en vez de ser un fallo, es un acierto que encaja de forma perfecta con lo que Roger Donaldson y Heywood Gould querián contar acerca del antihéroe de la función. El problema como ya hemos dicho: que la crítica no supo entender que se estaba contando en aquella película de fondo complejo y apariencia de «teen Movie».

Hoy día y en tiempos de Netflix, ver Cocktail es ver puro cine de los 80s, una delicia invisible que no pertenece a ese grupo de obras talladas por maestros del lenguaje, sino a ese otro grupo de artesanos mudos que sin versos ni ornamentos consiguen hacer de lo simple un divertimento que despierta casi todos los sentidos fílmicos. Cocktail posee escenas bucólicas de una Nueva York nocturna que posiblemente solo existió en el celuloide; consigue despertar las bajas pasiones de la telenovela más tramposa; consigue que las mujeres se enamoren de un despreciable Tom Cruise y que los hombres hagan lo propio de una pusilánime Elizabeth Shue; consigue además tener un secundario de esos que roban cada escena en la que aparecen; posee el culo perfecto de Kelly Lynch; y se permite el lujo de decirnos que no todo en el mundo es maldad; se atreve a decir que se puede ser buena persona y se atreve a decirnos que hubo un tiempo donde el cine era libre de imposiciones y de cuotas.