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Tras 20 años de señores y señoras en leotardos salvando nuestro planeta de su extinción, es hora de que vuelvan aquellos vigorosos musculosos que quizás no salvaban el planeta entero pero eran capaces de evitar robos en grandes rascacielos, detener a los capos de la droga o salvar soldados americanos del vietnam.

Tras Shang Chi, Doctor Strange o Thor Love & Thunder, es hora de darnos cuenta que todo llega a su fin y que el abuso al que el cine blockbuster ha sido sometido en los últimos años por la tendencia infinita que es Marvel debe acabar por el bien del cine en general.

Es muy bonito el traje de Iron-Man o incluso las curvas de Viuda Negra pero las salas oscuras, esas que cada vez están más vacías, piden algo más de variedad y si bien es cierto que en términos de cine en general la cosa es menos sangrante en lo referido a lo comercial, el monotema al que nos han sometido empieza a zozobrar de manera escandalosa y de ahí que echemos de menos a nuesvos Sly, nuevos McClane o incluso que un ya existente Dwayne Johnson haga lo que debió de hacer hace muchos años, continuar con honor el cine de acción de los 80s, ese donde los protagonistas eran hombres musculosos, fachas, arcaicos, homófobos, socarrones pero que arrancaban huevos de narcos como nadie. Ver a Charles Bronson limpiando la ciudad de hijos de puta o a Harry Callahan metiendo Magnuns por el culo, quizas pueda ofender a alguien hoy día pero más ofende vivir en un mundo sin libertades donde cada nueva película que vemos está regida por una leyes no escritas en las que se debe fomentar la cordialidad de todos los géneros, razas y tendencias sexuales mientras el mundo real cada vez es más injusto y desigual. Puestos a elegir, prefiero un mundo justo donde todos seamos iguales de verdad y un cine o ficción donde haya machos, brutos, Ripleys, Rambos y demás héroes de ficción que siguen rodando escenas de acción de forma real.