Lo que vemos arriba en el título es la nueva fórmula matemática del cine que esperemos no dure mucho. Y es que, el cine no se trata de tangibles sino de emociones.
Cuando uno lleva más de 30 años dedicados al cine ya sea a disfrutar de él, a escribir de él o a trabajar en él, se da cuenta que desarrolla un nuevo sentido que le hace contemplar las películas de una manera autónoma que lo separa del contexto social y cultural que rodea a eso, a las películas. Es como observar la Mona Lisa hoy día sin saber nada del contexto histórico en el que se pintó. El tema es que la mayoría de la crítica no puede salirse de un contexto social, cultural y político a la hora de valorarlas. Me explico.
Cuando un crítico de un periódico de derechas hace una crítica de una película que alaba ideales de la izquierda, su opinión ya no es pura a la hora de analizar dicha película y lo mismo ocurre cuando un periódico de izquierda lo hace sobre una de derechas. Nunca los diarios de derecha tuvieron buena opinión sobre las obras de Almodovar ni los de izquierda sobre las de Garci y tuvo que ser el extranjero el que juzgara de forma correcta las genialidades de dos genios. Pero lo más triste es que no solo ocurre en la crítica sino en los certámenes de premios ya que como es sabido por todos tanto Almodovar en un tiempo como Garci en un presente son vetados de premios no por razones cinematográficas sino por razones políticas. Y esta forma de analizar y premiar el cine solo nos lleva a situaciones como que una película tan mediocre como ‘Nomadland’ ganará el Oscar (y más premios) el año pasado. Si Nomadland hubiese sido escrita, dirigida, producida e interpretada por un hombre no hubiese ganado un solo premio y eso lo sabemos todos. Además esta forma necia de juzgar las películas hace que Hitchcock y Kubrick no tengan un Oscar o que ‘El poder del perro’ sea la favorita a ganar el Oscar de 2022.
Si uno se sale del contexto social a la hora de ver un filme y solo se dedica a conectar su espíritu y percepción con la obra como abtracción de la realidad, es decir como ficción y no como realidad, enseguida se da cuenta que ‘Nomadland’ no tiene valor alguno en términos cinematográficos puros. Si uno hace lo propio con ‘El Poder del perro’, se da cuenta que tiene mucho más valor fílmico que ‘Nomadland’ pero que no es una película con categoría suficente para ganar un Oscar. Cierto que su plano final es una delicia digno de ser destacado o que su fotográfia y su planificación incluidos muchos de sus puntos de vista y movimientos de cámara tienen mil veces más cine que toda la obra de Chloé Zhao pero aún así, en términos globales no es una obra que consiga alcanzar valores de obra maestra e incluso encima cae en errores básicos de principiantes como querer mostrar una sutileza máxima en términos orales y terminar mostrando metáforas y analogías visuales totalmente remarcadas en mayúscula más propias de un novato que quiere aparentar que de un veterano que no necesita demostrar nada. Sinceramente no me parece una mala película pero en este 2021 he visto películas mucho mejores como por ejemplo ‘Una canción Irlandesa’ o incluso el último trabajo de Rodrigo Cortés. El tema es que ninguna de las dos últimas habla de homosexualidad o están dirigidas por una mujer.
En definitva ‘El Poder del Perro’ es una película a alabar en muchas de sus facetas cinematográficas pero no tiene entidad suficiente como «película pura» para ser ganadora de una Oscar.