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Escribir un texto sobre una película de Becker que trata de la vida de Modigliani, es como hacer el ridículo en el día de tu boda.

Estirar un texto con sentido como lo hacía Modi en sus rostros, solo está al alcance de unos pocos críticos entre los cuales no me encuentro así que seré breve para no derramar mucha vulgaridad en esta mi reseña sobre una película que ataca directamente al corazón.

Jacques Becker nos dejó dos obras maestras como ‘La Evasión’ o ‘París, Bajos Fondos’ y aunque Los Amantes de Montparnasse, no alcanza la perfección y la sorpresa que dejaron estas, no deja de ser otra obra imprescindible que deja claro la capacidad pictórica y poética que tenía el director francés para tratar la nobleza dentro de la bajeza.
Modigliani cita en la película que prefiere pintar la simple mirada de un hombre de a pie que la espectacularidad de una catedral y eso es lo que hace Becker en su cine. El director abandona toda la pomposidad de la vida de un artista para acercarse al hombre atormentado por su fracaso y lo hace limpiando la obra de adornos florales para centrar la cámara en lo simple y directo. Gérard Philipe es el centro de todas las miradas y nos deja una actuación de las que rompen el alma. Está espléndido de principio o a fin ya sea en sus pocos ratos sobrio como en los dominados por el alcohol y, su final, sumido y hundido en las sombras y devorado en silencio por la carroña, es un prodigio del conjunto que es el arte del cine. La actuación, la fotografía, la luz, el maquillaje, la iluminación, el decorado, la música, la dirección y el movimiento de todo un equipo hacen posible que esa escena final donde Modi cae al suelo tras sentir el aliento de ‘Marchante’ sea un ‘must see’ del cine.

Los amantes de Montparnasse by LucenPop

Becker lo borda sombreando este lienzo de brochazos de amor, crueldad, decadencia y tragedia en ese París que casi se puede oler, y huele a vida efervescente y a miseria a partes iguales. De todos es sabido que la muerte vende en el arte, pero ningún arte como la pintura para ganarse la eternidad con un último suspiro, para hacer salir a las ratas de las alcantarillas, esta película lo retrata como ninguna y Becker, autor también del guión, es el hombre del pincel.