Hulk Hogan es un padre que tiene doble vida, por una parte es agente secreto, por la otra padre de una familia.
Siendo sinceros, nada me atrae más a la hora de ponerme a ver una película que una baja puntuación en Filmaffinity, y cuando encontré una que, sin críticas de prensa ni usuarios, ya partía de tan altísima nota no pude resistirme a sentarme en el sillón, rebajar al máximo las expectativas respecto de las escenas y diálogos que iba a presenciar y pulsar el botón de play.
En efecto, la clave está en no engañarse a uno mismo. No vale eso de leer el título de la película y pensar que va a ser una espectacular secuela de las mentiras arriesgadas de Schwarzenegger. No. Lo acertado es ser consciente desde el inicio de que se trata de una cinta mala, muy mala, pero a la que se le puede sacar mucho jugo si mientras la vemos nuestro sentido crítico está en off. Un buen ejemplo de ese jugo lo encontramos en un tipo llamado Wrecks, un grandullón del «bando de los malos» que cuenta con una pierna metálica que nadie sabe de dónde sale (no estaría de más que se explicara por qué carajo se pasa 87 minutos de película cojeando), y cuyo papel en ésta es tan simple que acabó pareciéndome un personaje sublime. Además, merece mucho la pena poner las escenas de este hombre, Richard Moll, en versión original, pues quien escuche la grave y profunda voz que gasta el amigo no se puede extrañar de que sea el encargado en EE.UU. de doblar a personajes como Dos Caras (en los dibujos de Batman) o Hulk (en los videojuegos).
Por continuar con lo de extraer lo bueno de la película, destaco ahora la actuación de Jeremy, interpretado ni más ni menos que por Hulk Hogan, y es que siempre se agradece poder ver desenvolverse en un film a un gigantón de la lucha libre. Está claro que ni él ni otros como Batista (en los Guardianes de la Galaxia, por ejemplo) van a oler un Oscar, pero cumplen con su función sobradamente: salir a escena y repartir mangurrinas a diestro y siniestro.
Finalizo mi particular selección de elementos positivos de la película haciendo constar que la jefaza de los malos está de muy buen ver.
En lo que se refiere a aspectos negativos a considerar, sólo resalto lo que me ha parecido una excesiva intervención en la trama de un grupo de niños que acaban haciéndose demasiado protagonistas en el desarrollo de la misma y que pueden hacer rebajar el interés en la historia de los espectadores de cierta edad.
A lo anterior añado, para los que busquen un gran hilo argumental en estas «mentiras muy arriesgadas», que barajen otras opciones para visionar, pues nos enfrentamos aquí a un guión que bien pudo ser escrito en diez o quince minutos por un tipo sentado en la mesa de un bar, cubata en mano. Pero quizá precisamente en la simplicidad radique lo bueno del film.
En conclusión, se trata de una película de la que poder disfrutar si no se pierden de vista los matices apuntados en esta humilde crítica.